Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Gálatas 5:14).
Se cuenta que un antropólogo estaba finalizando varios meses de investigación en una pequeña aldea. Mientras esperaba un transporte hacia el aeropuerto para volver a su casa, decidió organizar un juego para unos niños: tenían que correr hasta una cesta con frutas y dulces que estaba cerca de un árbol. Pero cuando dio la orden de empezar a correr, todos se quedaron parados. Luego se cogieron de las manos y corrieron todos juntos hacia el árbol.
Cuando les preguntó por qué prefirieron correr en grupo hacia el premio en lugar de ir por separado, una niña respondió: ¿Cómo podría uno solo estar feliz cuando todos los demás están tristes? Como esos niños se interesaban unos por otros, querían compartir todos juntos la cesta de frutas y dulces.
Después de estudiar durante años la ley de Moisés, el apóstol Pablo descubrió que todos los mandamientos de Dios se resumen en uno solo: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Gálatas 5:14; también Romanos 13:9). En Cristo, Pablo no solo vio la razón de animarnos, consolarnos y cuidarnos mutuamente, sino también la fuente de poder espiritual para hacerlo.
Dado que el Señor nos cuida, nosotros nos cuidamos los unos a los otros.
Señor, abre nuestros ojos a las necesidades de los demás y ayúdanos a suplirlas.
Mostramos nuestro amor a Dios cuando nos amamos unos a otros.
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