viernes, 15 de julio de 2016

Los ciudadanos del reino

Cuando empezamos a leer “El Sermón del Monte,” lo primero de lo que nos percatamos es de la sección conocida como Las Bienaventuranzas” – Mateo 5:3-12
La palabra “bienaventuranza” significa “bendición o felicidad suprema”.
Encontramos a Jesús disertando sobre las bendiciones de aquellos que poseen ciertas cualidades.
Jesús estaba contestando a dos preguntas que la gente se podría hacer:
  • a. ¿Quiénes son los ciudadanos de “el reino de los cielos”?
  • b. ¿Qué beneficios reciben?
La mayoría enfoca este pasaje examinando cada bienaventuranza en detalle antes de ir a la siguiente. Pero observemos la sección entera, con un enfoque global, observándola desde dos diferentes perspectivas.
Consideremos “Las Bienaventuranzas” desde el punto de vista de la pregunta: “¿Quiénes serán los ciudadanos del reino?” En otras palabras, ¿cuál es el carácter requerido de los ciudadanos del reino?
I. SU CARÁCTER INVOLUCRA CUALIDADES RELACIONADAS ENTRE SÍ
A. ELLOS POSEERÁN LA TOTALIDAD DE ESTAS GRACIAS…
1. Solo aquellos que poseen la totalidad de las cualidades que se describen serán ciudadanos del reino.
2. Porque es evidente que algunos podrían ser…
  • a. “Pobres en espíritu,” pero no tendrían por qué ser “hambrientos y sedientos de justicia.”
  • b. “Entristecidos,” pero no “limpios de corazón”.
  • c. “Mansos,” pero no “pacificadores”.
  • d. “Perseguidos,” pero no “por causa de la justicia”.
Como las cualidades están relacionadas entre sí, viene a ser obvio que consideramos que…
II. SU CARÁCTER INCLUYE OCHO CUALIDADES
A. ELLOS SON “POBRES EN ESPÍRITU”… (Verso 3)
“…Bienaventurados los pobres en espíritu…
“Ser pobre en espíritu es tener una opinión humilde de sí mismo; ser afecto a que somos pecadores, y no confiar en la rectitud de nosotros mismos; tener buena voluntad para ser salvos tan solo por la gracia y la misericordia de Dios” 
Por ejemplo, convencido de nuestra propia carencia espiritual, ejemplificado por el recaudador de impuestos en Lucas 18:13 “…Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador…”
Lo opuesto de “pobre en espíritu” sería “orgulloso de corazón”, y aquellos que son de esta manera son semejantes a los fariseos de Lucas 18:9-14.
Otro ejemplo son los laodicenses de Apocalipsis 3:17-19: “…Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo…”.
B. ELLOS “LLORAN”… (Verso 4) “…Bienaventurados los que lloran...”
1. Llorar, ¿por qué? Porque reconocemos que hemos pecado en contra de Dios que es santo. Reconocemos que hemos deshonrado su nombre y hemos lastimado su corazón.
Como lo hizo David después de su adulterio con Betsabé – Salmos 51:3-4: “…Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio…”
Observe la relación entre estas dos primeras características: a menos que se sea primero “pobre en espíritu” no “llorará” por su pobreza espiritual.
C. ELLOS SON “MANSOS”… (Verso 5) “…Bienaventurados los mansos…”
Manso no significa “cobarde”, ni “tímido”, ni “pasivo”.
Manso en Mateo 5:5 se refiere a una persona que voluntariamente se sujeta a Dios. El manso está sumiso a Dios, obediente, nunca rebelde ni desobediente, no resiste a Dios. Siempre dice, “Hágase tu voluntad y no la mía”. Todos sus deseos, pensamientos, sentimientos e impulsos están sujetos a la voluntad de Dios.
También se refiere a las personas de comportamiento gentil y humilde.

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