martes, 26 de julio de 2016

El Dios que me sostiene

Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? ….. Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová.” Salmo 27:1,13,14
Robert Bruce, quien aglutinó los clanes escoceses en su lucha contra Inglaterra y uno de los líderes de la Reforma en esa región, expresó en una ocasión: “Con Dios una tela de araña es como un muro; pero sin Dios un muro es como una tela de araña”. 
Esta expresión de Robert Bruce está inspirada en una experiencia mitológica que él experimentó. Se señala que un día, cuando estaba huyendo de sus perseguidores, y parecía que iba a ser atrapado, se refugió en una cueva. Bruce elevó una oración a Dios pidiéndole que su mano protectora lo guardara. Desde la oscuridad de la cueva pudo ver como una gruesa araña tejía su tela casi en la misma entrada de la misma. Cuando llegaron sus enemigos y vieron la tela de araña intacta en la entrada de la cueva, supusieron que nadie había penetrado en aquel lugar y así preservó su vida.
Esa historia ilustra lo que de una forma hermosa expresa el escritor del Salmo 27. Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? ….. Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová.
David, ante la rebelión de su hijo Absalón, había salido de Jerusalén. Al mirar a la distancia a Jerusalén viene a su mente el recuerdo de la tienda que había levantado para colocar el arca de la alianza, y exclama“Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para buscarlo en su templo. Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo reservado de su morada; sobre una roca me pondrá en alto. Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean, y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo; cantaré y entonaré alabanzas a Jehová.” (Salmo 27:4-6)

Otro de los salmistas cantó: !Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos! Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo. Aun el gorrión halla casa, y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos, cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos, Rey mío, y Dios mío. Bienaventurados los que habitan en tu casa; perpetuamente te alabarán.” (Salmo 84:1-4)

El salmo 23 finaliza: Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días.” (Salmo 23:5,6)

El salmo 84 finaliza: Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, que habitar en las moradas de maldad. Porque sol y escudo es Jehová Dios; gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad. Jehová de los ejércitos, dichoso el hombre que en ti confía.” (Salmo 84:10-12)

Cuando uno enfrenta momentos difíciles, las memorias que se tienen de la adoración a Dios dicen que se fortalece la fe.

Esas memorias permiten que uno pueda afirmarse en el Dios que le ha estado sosteniendo. David afirma que Jehová su Dios, es su luz, su salvación y la fortaleza de su vida.

Jehová es luz; y la luz disipa la oscuridad. Hay un antiguo cántico que dice:

La tristeza puede durar
hasta el anochecer,
Mas la alegría, llega, llega
llega al amanecer.
Quiero despertar cantando,
Y alabando a mi Señor.
Quiero despertar cantando,
Y alabando a mi Señor.
Quiero despertar cantando,
Y alabando a mi Señor.

Jehová es su salvación. Es una afirmación de que la victoria proviene de su Dios. Pablo escribió a los filipenses: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”(Filipenses 4:13)

Jehová es la fortaleza de su vida. Jehová es su seguridad.

David ora a ese Dios que ha alabado.

“Oye, oh Jehová, mi voz con que a ti clamo;
ten misericordia de mí, y respóndeme.
 Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro.
Tu rostro buscaré, oh Jehová;
no escondas tu rostro de mí.
No apartes con ira a tu siervo;
mi ayuda has sido.
No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación.
Aunque mi padre y mi madre me dejaran,
con todo, Jehová me recogerá.
Enséñame, oh Jehová, tu camino,
y guíame por senda de rectitud
a causa de mis enemigos.
No me entregues a la voluntad de mis enemigos;
porque se han levantado contra mí testigos falsos,
 y los que respiran crueldad.” (Salmo 27:7-12)


Sus pedidos son cinco (5): 1) óyeme, 2) ten misericordia, 3) no escondas tu rostro de mí, 4) guíame, y 5) no permitas que mis enemigos me derroten.

El salmo finaliza con una nota de total confianza:

“Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la 
bondad de Jehová
en la tierra de los vivientes.
Aguarda a Jehová;
esfuérzate, y aliéntese tu corazón;
sí, espera a Jehová. (Salmo 27:13-14)


El Dios que me sostiene es mi luz, mi salvación y la fortaleza de mi vida. Es el Dios que he adorado con todas las fuerzas de mi vida. Es el Dios al cual confiadamente puedo clamar. El Dios que me sostiene es el Dios en el cual puedo aguardar confiadamente.

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