martes, 21 de junio de 2016

¿Por qué Dios permite que sucedan cosas buenas a gente mala?

Esta pregunta es similar a la opuesta: "¿Por qué Dios permite que sucedan cosas malas a gente buena?" Ambas preguntas se refieren a lo que parece ser una injusticia desconcertante que presenciamos todos los días. El Salmo 73 es nuestra respuesta a las mismas preguntas que también afligían al salmista. Encontrándose en terrible sufrimiento y agonía del alma, él escribe, "En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos. Porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos" (Salmo 73:2-3).

El escritor de este salmo fue un hombre llamado Asaf, un líder de uno de los coros del templo. Obviamente, él no era un hombre rico, sino uno que había dedicado su vida a servir a Dios (ver 1 Crónicas 25). Pero al igual que nosotros, había experimentado ciertas dificultades y cuestionado la injusticia de todo. Él observó a la gente mala a su alrededor viviendo con
 sus propias reglas, disfrutando de todas las riquezas y los placeres del mundo y acumulando riquezas. Él se queja, "Porque no tienen congojas por su muerte, pues su vigor está entero. No pasan trabajos como los otros mortales, ni son azotados como los demás hombres" (Salmo 73:4-5).

Asaf estaba viendo que estas personas no tenían problemas. Podían pagar sin  problemas sus deudas, tenían bastante para comer y muchos lujos. Pero el pobre de Asaf se quedó estancado dirigiendo el coro y tratando de vivir piadosamente. Y para empeorar las cosas, su elección para servir a Dios parecía que no le ayudaba. Empezó a envidiar a esas personas e incluso a preguntarle a Dios por qué permitía que sucedieran semejantes cosas.

¿Con qué frecuencia nos sentimos identificados con Asaf? Dedicamos nuestras vidas a servir a Dios, y luego somos testigos de que los malvados, la gente impía a nuestro alrededor adquiere nuevas posesiones, lujosas viviendas, consigue ascensos y compra ropa hermosa, mientras nosotros luchamos financieramente. La respuesta está en el resto del salmo. Asaf envidió a estas personas malvadas hasta que se dio cuenta de algo muy importante. Cuando él entró en el santuario de Dios, comprendió plenamente el destino final de ellos: "Cuando pensé para saber esto, fue duro trabajo para mí, hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos. Ciertamente los has puesto en deslizaderos; en asolamientos los harás caer. ¡Cómo han sido asolados de repente! Perecieron, se consumieron de terrores. Como sueño del que despierta, así, Señor, cuando despertares, menospreciarás su apariencia"(Salmo 73:16-20). Aquellos que tienen riquezas temporales en la tierra, son en realidad mendigos espirituales porque no tienen la verdadera riqueza, la vida eterna.


Son muchos los momentos en que no entendemos lo que nos está pasando, y tampoco comprendemos cómo funciona la providencia divina. Cuando Asaf entró al santuario de Dios, comenzó a ver que él no debía sentir envidia de la prosperidad de los impíos, porque la prosperidad de ellos era una ilusión. Empezó a comprender que el antiguo engañador, Satanás, había usado las mentiras para distraerlo de la realidad de Dios. Al entrar en el santuario, Asaf se dio cuenta que la prosperidad es una satisfacción fugaz, algo así como un sueño agradable que nos agrada solo un poco de tiempo, pero cuando despertamos, nos damos cuenta de que no era real. Asaf se reprende a sí mismo por su propia insensatez, y admite ser "torpe e ignorante" por envidiar a los impíos, o por sentir celos de los que perecen. Después, sus pensamientos regresaron a su propia felicidad en Dios, cuando se dio cuenta de cuánto gozo, plenitud y verdadera prosperidad espiritual tenía en el Creador.

Quizá, ¡no!, seguramente no tengamos todo lo que queremos aquí en la tierra, pero un día nosotros prosperaremos por toda la eternidad por medio de Cristo Jesús, Señor nuestro. Cada vez que nos sintamos tentados a probar el otro camino, debemos recordar que el otro camino, aunque ancho, no tiene salida (Mateo 7:13). Sin embargo, el camino estrecho que tenemos ante nosotros a través de Jesús, es el único camino que lleva a la vida eterna. Ese debe ser nuestro gozo y nuestro consuelo. "¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán; Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta. Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; He puesto en Jehová el Señor mi esperanza..." (Salmo 73:25, 27-28).

Nosotros no tenemos que preocuparnos cuando parece que están sucediendo cosas buenas a personas malas, solo tenemos que mantener nuestro enfoque en nuestro Creador y entrar en su presencia cada día a través del portal de su Santa Palabra. Allí encontraremos la verdad, el contentamiento, riquezas espirituales y gozo eterno. 


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