No importa lo que le haya ocurrido en su vida, aunque haya sido abandonado por su cónyuge, abusado por sus padres o herido por sus hijos o por otros, pues si permanece en el camino angosto, como Dios le indica, y deja atrás todo el exceso de equipaje carnal, encontrará la paz, el gozo y la satisfacción que busca. Mientras atraviesa este proceso, puede hallar consuelo y guía en la promesa de Dios de Isaías 30:21. Entonces tus oídos oirán detrás de ti la palabra que diga: Éste es el camino, andad por él y no echéis a la mano derecha, ni tampoco os desviéis a la mano izquierda.
Podríamos parafrasearlo de esta manera: “Mientras la tierra exista, habrá semilla, tiempo y cosecha”. Cuando andamos en la senda de Dios, debemos ser pacientes como el labrador, quien planta la semilla y espera expectante la cosecha. Ansía recogerla, pero sabe que pasará tiempo entre la siembra y la cosecha, y no se deja frustrar por ese proceso ordenado por Dios.
Dios promete en Isaías 30:21 que “tus oídos percibirán a tus espaldas una voz que te dirá: Éste es el camino; síguelo”. Si sigue transitando por el camino que el Señor le ha señalado en su Palabra y por su Espíritu, disfrutará una gran bendición tanto en esta vida como en la eternidad. Así que siga andando por el camino angosto que conduce a la vida: ¡vida en toda su plenitud y abundancia!
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