“Y ACAECIÓ” que un día, al caer la tarde, se levantó David de su lecho, y se paseaba sobre el terrado de la casa real, cuando vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa.(2 Samuel 11:2)
El “escándalo Betsabé” empezó cuando David bajó la guardia. La Biblia dice: “Y acaeció”. (Reina Valera Antigua). ¡Qué palabras de apertura! David tenía cincuenta y dos años. Como muchos de nosotros a esa edad, tal vez quería saber si todavía podía conquistar. Pensara lo que pensara, lo cierto es que bajó la guardia, y el enemigo se percató. David había vivido de victoria en victoria durante veinte años, pero después “acaeció”... Ten cuidado; tus triunfos de ayer no garantizan los éxitos de hoy. David vio a Betsabé esa noche, pero lo que le destruyó fue lo que no vio. No vio que su pecado causaría la muerte de cuatro de sus hijos (el niño recién nacido de Betsabé, Amnón, Absalón y Adonías), ni que haría que el reino se dividiera en dos, ni que él llegaría a ser un homicida.
Ese es el problema con el pecado. Si miras a las cosas que no deberías estar mirando, entonces no ves todo el panorama. Y lo que no ves es lo que te va a dañar.
Así que David preparó un plan A, un plan B y un plan C para encubrir su pecado. El plan A consistía en sacar de la batalla a Urías, el esposo de Betsabé, y traerlo a casa un fin de semana para que lo pasara con su esposa; de esa forma parecería que el niño era de él. Pero no dio resultado. El plan B fue emborracharlo y mandarlo a casa, pero tampoco funcionó. El plan C fue mucho más cruel; fue un asesinato. Trágicamente, este último plan sí se llevó a cabo. “Yo nunca haría eso” dices. ¡Te sorprenderías de lo que podrías hacer en un momento de debilidad! El fuego del sexo está concebido para la chimenea del matrimonio. Una vez que sale de ahí, alguien se quema. Moraleja: El que piensa estar firme, mire que no caiga. (1 Corintios 10:12).
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