viernes, 29 de abril de 2016

Remordimiento y arrepentimiento

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha hecho Señor y Cristo.
Al oír esto, se compungieron de corazón y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles:
—Hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo:
—Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Hechos 2:36-38
La idea es distinguir lo que es el remordimiento del arrepentimiento.
En este pasaje bíblico, podemos observar el discurso del Apóstol Pedro, cuando se dirigió a su audiencia en la Ciudad de Jerusalén, después de la resurrección de Jesús. Sociedad a la que se dirige, que en su mayoría eran los líderes religiosos, los mismos que sentenciaron a muerte a Jesús en el Sanedrín Judío. Todos éstos, al escuchar el mensaje estaban COMPUNGIDOS de corazón, y reaccionaron con sentimiento de culpa. En el verso 37 se nota que ellos se veían en la necesidad de hacer algo, estaban con remordimiento.
Todos nosotros también sentimos remordimientos en diversas ocasiones. Sentimos que hemos actuado mal con alguien, o que hemos hecho algo malo en cierta ocasión, y lo lamentamos. Como seres humanos tenemos emociones fuertes, y en ocasiones podemos tener mucho remordimiento de conciencia por algún error, y/o podemos practicar el arrepentimiento al saber que hemos obrado mal. Conozcamos en esencia estas dos palabras o sentimientos cuando ocurren en nosotros.
1) El remordimiento puede ser un sentimiento positivo, muy intenso cuando estamos sensibles.
A. Conlleva una aparente humildad, pero a menudo también una parte de orgullo y egoísmo.
B. Nuestra conducta atenta contra la buena opinión que teníamos, o que otros tenían, sobre nosotros.
C. Llevado al extremo, el remordimiento puede conducir a la desesperación. Judas es un ejemplo solemne:
D. Después de haber entregado a Jesús por el afán de ganar dinero, y viendo las trágicas consecuencias de su acto, se ahorcó (Mateo 27:3-5).
E. El remordimiento te hace sentir mal por un tiempo, pero como no te arrepentiste lo vuelves a hacer y se convierte en un círculo vicioso (Proverbios 28:13).
2) Contrario al remordimiento, el arrepentimiento es "hacia Dios", y esa es fundamentalmente toda la diferencia.
A. Nos lleva a considerar nuestra conducta a la luz divina, y puede producir amargas lágrimas.
B. Pero nunca conduce a la desesperación, pues Dios es un Dios de perdón (Salmo 32:5).
C. El arrepentimiento es el camino por medio del cual Dios nos conduce a la fe en su Hijo Jesucristo.
D. Porque Jesús resolvió la terrible cuestión del pecado para todos los que creen, ¡a Dios sea la gloria!
E. El diablo se apoderó de Judas y lo condujo a la desesperación.
F. Pero siempre hay esperanza para el que se arrepiente ante Dios, el Dios de la esperanza.
G. El arrepentimiento es el remedio que Dios ordena a cada hombre (Hechos 17:30).
H. Es necesario, pues por este medio nos lleva a Él.
Conclusión:
Es normal que como seres humanos reaccionemos con emociones fuertes en momentos determinados. Con remordimiento, o sentimiento de culpa cuando pecamos contra Dios o fallamos con nuestro prójimo, porque no podemos ocultar lo que tenemos por dentro. Pero lo auténtico que Dios quiere que aflore en nuestra vida, es el arrepentimiento ya que éste nos lleva a Dios; en cambio, el remordimiento y el sentimiento de culpa conlleva a la depresión; es peligroso porque lo puede llevar a la muerte como en el caso de Judas Iscariote. Dios no quiere a un Judas más en su reino.
¿En qué momento de tu vida estás? Te encuentras en una encrucijada con el remordimiento de tu propia conciencia, o sentimiento de culpa y cuál es tu reacción? Te pasarás y seguro que volverás a reincidir, bien sea en el pecado o el error, pero no pasará nada más.
Persiste en humillarte ante Dios de corazón, como lo expresa Miqueas 6:8 y Santiago 4:8-10.
La tristeza de Dios te guía al arrepentimiento, a la restauración y finalmente a la bendición. No te quedes con el remordimiento, sacúdelo en el nombre de Jesús de Nazaret.
Señor, ayúdame a madurar en mi relación contigo. Sé que son muchas las veces que peco o fallo contra ti; pero Señor, me siento mal, con remordimiento, cargo de conciencia y sentimiento de culpa, todas ellas acumuladas. Ayúdame a no volver a cometerlo Señor, confieso mis transgresiones y sé que eres fiel y justo, no solo para perdonarme sino para limpiarme de toda maldad, por tu preciosa sangre en tu nombre; amén.

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