Quienes somos padres sabemos que la obediencia de nuestros hijos a las instrucciones que les damos le van a ayudar a vivir mejor, evitará que cometan algunos errores y les instruirá para que su futuro sea mejor. Por eso nos duele cuando hay desobediencia, sabiendo que para ellos hay consecuencias; porque “en la vida toda acción tiene una reacción”.
Así mismo, la obediencia es fundamental en la vida cristiana. Quien decide ser obediente a la Palabra de Dios se está preparando para aprender cosas más profundas de Dios.
Así mismo, la obediencia es fundamental en la vida cristiana. Quien decide ser obediente a la Palabra de Dios se está preparando para aprender cosas más profundas de Dios.
Los pequeños pasos y las pequeñas decisiones de obediencia son muy importantes, porque quien es obediente en lo pequeño prepara su vida para ser obediente en lo grande.
Dios le entregará más responsabilidades y mayor gracia a los obedientes; porque la obediencia abre las puertas a las bendiciones y a la unción de Dios, que nos habilita para ingresar en la dimensión profunda de la revelación de los misterios celestiales.
Hay personas que quieren recibir grandes responsabilidades pero no obedecen en las pequeñas, y lo más curioso de esto es que se molestan porque no se les tiene en cuenta para las actividades trascendentales; lo cual es una prueba de inmadurez espiritual.
Las grandes asignaciones son dadas a los obedientes, a quienes son fieles, aunque no sean los más capacitados. “La capacidad es una habilidad que se puede aprender, pero la obediencia y la fidelidad son elementos que forman parte del carácter”, de ahí sus trascendencias. Los padres no le entregamos las llaves de un coche a un hijo irresponsable, como tampoco daremos asignaciones superiores si no hay un verdadero compromiso demostrado con hechos y no solo con palabras.
Ser obediente al Señor es, y será siempre, de provecho para nosotros y para el servicio a los demás; aunque la petición de Dios parezca alocada, “si Dios lo pide hay que cumplirlo”, aunque lo que pida tenga poca lógica humana. Ese fue el caso, por ejemplo, de Noé, a quien Dios le pidió que construyera un arca; a Abraham le ordenó que sacrificara a su hijo Isaac; a Josué le pidió que conquistara Jericó dando vueltas a las murallas de la ciudad durante seis días, y una séptima vez dando gritos… y ellos obedecieron sin reproches.Dios le entregará más responsabilidades y mayor gracia a los obedientes; porque la obediencia abre las puertas a las bendiciones y a la unción de Dios, que nos habilita para ingresar en la dimensión profunda de la revelación de los misterios celestiales.
Hay personas que quieren recibir grandes responsabilidades pero no obedecen en las pequeñas, y lo más curioso de esto es que se molestan porque no se les tiene en cuenta para las actividades trascendentales; lo cual es una prueba de inmadurez espiritual.
Las grandes asignaciones son dadas a los obedientes, a quienes son fieles, aunque no sean los más capacitados. “La capacidad es una habilidad que se puede aprender, pero la obediencia y la fidelidad son elementos que forman parte del carácter”, de ahí sus trascendencias. Los padres no le entregamos las llaves de un coche a un hijo irresponsable, como tampoco daremos asignaciones superiores si no hay un verdadero compromiso demostrado con hechos y no solo con palabras.
“El obedecer a Dios es una prioridad del creyente que quiere madurar, aunque lo que nos pida carezca de lógica humana”; cuando lo haces aumentas tu fe, el Señor elimina el temor, se van las dudas y las preocupaciones, además de que al final se recibirá recompensa.
“Señor, gracias por recordarme lo importante de la obediencia, quiero ser obediente, te pido que me ayudes para hacerla parte de mi carácter, el que estás formando en mí, quiero ser agradable a ti, lo creo y declaro en el nombre de Jesús, Amén”.
“Si realmente escuchas al Señor tu Dios, y cumples fielmente todos estos mandamientos que hoy te ordeno, el Señor tu Dios te pondrá por encima de todas las naciones de la tierra”. Deuteronomio 28:1 (NVI)
“Si realmente escuchas al Señor tu Dios, y cumples fielmente todos estos mandamientos que hoy te ordeno, el Señor tu Dios te pondrá por encima de todas las naciones de la tierra”. Deuteronomio 28:1 (NVI)
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