domingo, 17 de abril de 2016

El ser que quiero ser

Parece un poco enredado el título de este escrito, pero vayamos juntos desglosando su sentido. 
En primer lugar, todos somos “seres vivientes” que por un propósito específico vinimos a nacer en este mundo, en un país determinado y en este o en otro tiempo; sea cual sea tu nacionalidad o edad, naciste por una razón, y una de las grandes misiones de tu vida es descubrirla. 
En segundo lugar, cada uno de nosotros tiene una idea o una imagen de cómo quiere llegar a ser. Es como cuando uno es pequeño y los maestros le preguntan “¿qué quieres ser de mayor?”, entonces las respuestas son variadas y pueden ir desde bombero hasta presidente de la nación. Todos tenemos una idea de lo que queremos ser, lo que muchas veces no tenemos tan claro es cómo llegaremos a serlo.
http://www.dreamstime.com/-image23638359Un psicólogo y sexólogo de renombre, plantea en uno de sus libros que debemos ser rígidos con el sueño que tenemos, pero, al mismo tiempo, flexible con los caminos para cumplirlos. A lo que se refiere Stamateas es que si mi meta es obtener una buena calificación en alguna materia, y me doy cuenta que me es difícil estudiando por mi cuenta, puedo pedir ayuda a un compañero, contratar a un profesor particular, pedir horario de consulta con el profesor, asistir a ayudantía o tutorías, crear un horario de estudio, usar estrategias de estudio, etc. Voy abriendo puertas para lograr esa meta sin quedarme solamente en que por mi cuenta lo voy a conseguir. Lo que ocurre muchas veces es que somos rígidos con el sueño y con el camino para conseguirlo; y si no funciona a la primera, ya lo desechamos y nos frustramos sin ganas de proponernos otra forma de cumplir el desafío. En este caso, me alejo del ser que quiero ser.
Esta idea sobre “el ser que quiero ser” no se me ocurrió a mí, dice Stamateas, como tampoco se le ocurrió a escritores talentosos, esta idea se le ocurrió a Dios. Sí, a Él se le ocurrió primero. ¿Te suena el nombre Jesús? Exactamente, el hijo de Dios. Bueno, Jesús fue el ser que Dios quería que fuera. Jesús encarnó la naturaleza divina de Dios, expresó todo lo que el Padre quería que fuese expresado. Jesús es y fue la mejor versión de Dios mismo. Él fue el ser que quiso Dios que fuese.

Cada uno de nosotros tiene la misma posibilidad de transformarse en la mejor versión de sí mismo. En indagar en profundidad, sobre el ser que queremos ser y caminar en esa dirección, en convertirnos en “versiones mejoradas” de nosotros mismos. ¿Quién más que nosotros mismos para transformarnos a nosotros mismos? A parte de Dios, no hay nadie que te conozca tanto como lo haces tú, y te pongas como te pongas, vivirás hasta el último día de tu vida contigo mismo, ¿por qué no aprovechas la oportunidad de que tu “obra maestra” seas tú mismo? ¡Atrévete! ¡Descúbrete! Y transfórmate en el ser que quieres ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario