jueves, 31 de marzo de 2016

Resurrección

Dice la biblia: Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos. Mateo 27:51-53 (VRV’60)
El velo de la entrada al lugar santísimo fue rasgado en dos. Después de la experiencia de la muerte, viene la vida de resurrección, donde estamos listos para que el mundo nos vea; hasta entonces, el mundo no nos ve.
El libro del profeta Isaías dice: Y destruirá en este monte la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que envuelve a todas las naciones. Isaías 25:7 (VRV’60)
Este pasaje nos da la pauta de que los pueblos tienen cubierta y velos las naciones, que deben ser rotos para que reciban salvación. Si los velos no son rotos, su entendimiento no puede ser iluminado por la luz de la resurrección de Cristo. La destrucción de dicha cubierta se da en “este monte”; ¿qué monte?
Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán; Me conducirán a tu santo monte, Y a tus moradas. Salmo 43:3 (VRV)
La intimidad con el amado tiene que ver con la cruz, la muerte y la resurrección. Es en el monte de intimidad y adoración donde vamos a ver dicha manifestación, donde lograremos la victoria de la resurrección en nosotros. En ese monte logramos la llenura del Espíritu Santo.
Y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos. Mateo 27:52-53 (VRV’60). El poder de la resurrección viene para irrumpir en una unción fresca, una nueva distribución de dones, de poder, y de todo lo que necesitamos para ministrar a las multitudes.
El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios. Mateo 27:54 (VRV’60)

Cuando nazca en nosotros esa vida de resurrección, no tendremos que decirles a las personas quiénes somos ni qué es lo que tenemos. Nuestra vida misma demostrará el poder, la presencia, y la vida de resurrección que está sobre nosotros.

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