¨Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.¨
1 Pedro 3:12 (RVR 1960)
Dios tiene en cuenta todo, no se le escapa ningún detalle y, bien lo dice su palabra, está atento a nuestras oraciones y a todo lo demás, hasta lo que no decimos, teniendo en cuenta nuestras mejores actitudes, pero también las malas, y es ahí donde radica el problema.
Cada uno, según lo que tenga en su corazón y según su sabiduría, cree que siempre actúa bien y que nunca hace mal. Pensar así ya nos hace faltarle a Dios, porque Él es quien juzga nuestro proceder. Y es entonces cuando empiezan a pasar todas las preguntas en nuestra mente ¿Por qué Dios se olvidó de mí? ¿Por qué no responde a mis oraciones? ¿Por qué bendice a los demás y a mí no?
Dios nos hizo a todos merecedores de su gracia y coherederos de sus bendiciones, pero esto es para los que se comporten como sus verdaderos hijos. Si creemos no recibir respuestas de parte de Dios, puede ser por varias razones: porque aún no es el tiempo, porque tenemos que esperar en Dios, puede ser porque no nos conviene, y sobre todo, porque Dios quiere probar y tratar nuestro corazón: y la queja, el afán y la incredulidad, no son buenos aliados para que esa respuesta sea dada y las bendiciones lleguen.
Por lo tanto, actuar con esos sentimientos negativos, contrarios a la fe, a la esperanza, a la paciencia, y a la fidelidad, nos hacen tomar decisiones equivocadas que nos llevan a graves consecuencias, lo cual nos hace mal a nosotros mismos y a los que nos rodean, y es entonces cuando también lastimamos a Dios.
Pero nunca es tarde para enmendar un error, para volverse y someterse a la voluntad de Dios; claro está que no es nada fácil pero es la mejor decisión que podemos tomar. Dios siempre nos escucha, y que no responda cuando queramos ni lo que deseemos, no quiere decir que no nos escuchó. Él, que ama, siempre escucha y sabe dar lo mejor.
Dios escucha nuestras oraciones, lo que significa que hará algo al respecto y a su tiempo nos responderá. Él ya no está enojado ni distante, ÉL es amor.
Dios escucha nuestras oraciones, lo que significa que hará algo al respecto y a su tiempo nos responderá. Él ya no está enojado ni distante, ÉL es amor.
¨Amo a Jehová, pues ha oído mi voz y mis súplicas; porque ha inclinado a mí su oído; por tanto, le invocaré en todos mis días.¨
Salmos 116:1-2 (RVR 1960)
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