Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. Lucas 23:43
El publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Lucas 18:13
Jesús fue crucificado en medio de dos ladrones. “Uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas este ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino” (Lucas 23:39;42).
¡Cuántas cosas malas había hecho ese ladrón! ¿Podía tener esperanza? ¿Un Dios justo no estaría obligado a condenarlo? No, pues a su lado había alguien que iba a morir por él, y esa Persona era Jesús. Iba a morir para pagar el castigo por los pecados de un ladrón, una persona “sin Dios”. ¡Qué luz para aquel hombre! ¡Qué esperanza! ¡Qué gozo! cuando escuchó la promesa de Jesús: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (verso 43).Jesús fue crucificado en medio de dos ladrones. “Uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas este ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino” (Lucas 23:39;42).
¿Dónde podemos hallar este perdón? ¿Dónde podemos encontrar esperanza con respecto a la muerte? ¿Estará en alguna parte? ¡Sí!, hay un lugar donde podemos encontrar todo esto, y ese lugar es la cruz en donde Jesucristo murió por nosotros. ¡Él sufrió el castigo que merecían nuestros pecados!
¡Pero Jesús resucitó, y ahora vive para siempre! Así Dios demostró que aceptaba el precio que Jesús pagó al dar su vida por nosotros. Todavía hoy, creer en Jesús, quien murió por cada uno de nosotros, es el único medio para hallar la luz, la luz del perdón y de la vida.
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