Hubo una vez un hombre indigente, al que John Wesley calificó de miserable y profesaba poco respeto hacia él. Se sentía superior a ese hombre y en una ocasión, en la que aportó muy poco a la respetable organización de caridad a la que ayudaba, Wesley lo criticó abiertamente.
Cristo me ha convertido en un hombre honesto, dijo, y por tener que afrontar muchos compromisos, puedo dar muy pocas ofrendas adicionales al diezmo. Tengo que saldar cualquier responsabilidad con mis vecinos y amigos, y mostrarles que la gracia de Dios puede obrar en el corazón de cualquier hombre, un hombre como yo, que una vez fue deshonesto.
Entonces Wesley ofreció disculpas a aquel hombre, cuando éste le pidió perdón.Es fácil encontrar faltas en otros, cuando no conocemos las circunstancias o motivos que fomentaron sus actos. También es impresionante cómo unos pocos sucesos pueden alterar para siempre nuestra percepción de una situación. Cuando nos sintamos inclinados a juzgar, será un buen momento para suplicar a Dios la sabiduría y paciencia para entender las acciones ajenas.
Proverbios 11:12
El que menosprecia a su prójimo carece de entendimiento, pero el hombre prudente guarda silencio.
El que menosprecia a su prójimo carece de entendimiento, pero el hombre prudente guarda silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario