domingo, 23 de agosto de 2015

Por Gracia

La gracia de Dios es un favor no merecido de Su parte hacia los hombres, y por ese favor hemos recibido tantas cosas que no se pueden comparar con lo que el mundo nos ofrece.
La ley de Dios fue entregada para que toda la gente se diera cuenta de la magnitud de su pecado, pero mientras más pecaba la gente, más abundaba la gracia maravillosa de Dios. 
Romanos 5:20 (Nueva Traducción Viviente)
su gracia cuando te sirvoNosotros no merecíamos nada pues éramos unos pecadores, pero Nuestro Salvador vino a morir en una cruz por amor y por gracia, y nos libró de nuestras transgresiones.
Cuando entendemos y vivimos plenamente ese amor que Dios nos da, podemos entrar en la profundidad de su presencia; porque cuando se ama, por lo general se hace lo posible, lo que esté a nuestro alcance para hacer feliz a la otra persona, pero cuando es Dios quien ama, Él hace lo imposible solo para hacerte feliz a ti y a mí, a todos. No se hace un sacrifico para nada, siempre hay un motivo: el amor, aunque éste no sea correspondido y merecido.
Nosotros tenemos que pasar por el proceso de saber lo que es amar a Dios profundamente, en cambio Él lo tenía todo planeado y nos amó aun antes de existir en esta tierra. Nos creó aun sabiendo que muchos lo ignorarían, y lo más irónico de todo, es que esas personas que tienen a Dios en un rinconcito, aparcado, son las que más le exigen, y piensan que por su cara bonita lo merecen todo en la vida. Por su parte, nosotros, que somos sus hijos, somos herederos del Reino, lo tenemos, pero si Él no hace lo que queremos, tenemos el descaro de molestarnos y reclamarle.
Está claro, es obvio que todos queremos progresar, por supuesto que queremos lo mejor para nuestra vida. Está bien eso de creer en sus promesas y confiar que Él nos va a bendecir poderosamente, pero no creamos que las merecemos porque no hemos hecho méritos para obtenerlas. Si tienes lo que tienes es porque Dios así lo ha permitido.
No creas que eso llegó a tu vida por casualidad o porque te crees tan buena persona que era lo mínimo que podías esperar. Que nunca se llene nuestro corazón de orgullo pensando que somos grandes cristianos, o los hijos perfectos, y que por serlo, Dios nos tiene que bendecir más que a las otras personas, ¡cuidado!
Porque de puertas para afuera todo el mundo parece santo, pero solo Dios sabe lo que hay en nuestros corazones y todos los días tenemos cosas que cambiar.
Tampoco pensemos que, por esa gracia y ese amor, podemos seguir fallándole a Dios. La palabra es muy clara en decir que cuando recibimos a Jesús nacemos de nuevo, somos hechos nuevas criaturas, por lo tanto, para que esa gracia siga haciendo efecto en nuestra vida no debemos apartarnos de la cobertura de Dios, y por contra, andar abriéndole las puertas al pecado.
Ahora bien, ¿deberíamos seguir pecando para que Dios nos muestre más y más su gracia maravillosa? ¡Por supuesto que no! Nosotros hemos muerto al pecado, entonces, ¿cómo es posible que sigamos viviendo en pecado?¨
Romanos 6:1-2 (Nueva Traducción Viviente).
Así que no le estemos pasando factura a Dios, porque no nos debe nada, más bien fue Él quien pagó nuestras deudas por medio de su Hijo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario