domingo, 23 de agosto de 2015

Dios No Tiene Prisa

Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto, será exaltado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios justo; bienaventurados todos los que confían en él. Isaías 30:18

¿Te has fijado en que Dios no tiene prisa? Moisés esperó 40 años para recibir su llamado para conducir al pueblo de Egipto. Le llevó 17 años de preparación antes de que José fuera liberado de la esclavitud y encarcelamiento. Le tomó 20 años para que Jacob fuera libre del control de Labán. Abraham y Sara eran viejos cuando finalmente, recibieron el hijo de la promesa, Isaac.

¿Por qué Dios no tiene prisa?
Dios llamó a cada uno de estos siervos para llevar a cabo una determinada tarea en su Reino, sin embargo, Él no tenía ninguna prisa para llevar a cabo su misión. En primer lugar, Él logró lo que quería en ellos. 

A menudo estamos más enfocados en los resultados que en el proceso que Él está haciendo en nuestras vidas cada día. Pero cuando experimentamos su presencia todos los días, un día nos despertamos y nos damos cuenta de que Dios ha hecho algo especial en y a través de nosotros. Sin embargo, la realización ya no es lo que nos anima. Lo que de verdad nos anima es que Él está siempre presente. 
A través de los tiempos, nos familiarizamos más con su amor, gracia y su poder en nosotros. Cuando esto sucede, ya no estamos enfocados en el resultado final porque el resultado no es lo verdaderamente importante, eso sí, es una consecuencia de nuestro caminar con Él, que es lo importante de verdad. No es el primer objetivo nuestro caminar con Él, pero sí es el subproducto. Por lo tanto, cuando José llegó al poder en Egipto, probablemente no le importó demasiado eso. Había llegado a un lugar de completa paz, y solo por eso no estaba ansioso por el mañana y sus circunstancias.
Esta es la lección para nosotros. Tenemos que esperar el tiempo de Dios y abrazarlo, dondequiera que estemos, en el proceso. Y cuando encontramos la satisfacción y realización en ese lugar, empezaremos a experimentar a Dios de formas que nunca antes pensamos posibles.


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