La valentía no es la ausencia del miedo, más bien es ir por encima del temor, superarlo y no dejar que te obstaculice en lo que te has propuesto lograr.
Cuando tienes la ocasión, y con todo tu corazón crees que es el momento perfecto para hacerlo, es el momento de lanzarse, “porque el que no arriesga, no gana”.
Todos los días Dios nos brinda oportunidades maravillosas de hacer cosas. Amar, sentir, reír, trabajar, soñar, construir... Y no solo de hacer cosas, sino también de corregir los errores que hayamos cometido, porque nadie es lo suficientemente perfecto como para nunca cometerlos.
Por eso cada día nos ofrece una nueva oportunidad de hacer algo. Pero también está en cada uno de nosotros aprovecharlas, apreciarlas como lo que son, oportunidades. Hay quien ve caer la lluvia y se lamenta, y hay quien ve caer la lluvia y piensa en que es un buen día para vender paraguas.
El modo en que vemos las cosas y las percibimos, muchas veces nos trae derrota o victoria. Y puede que hoy sea un bellísimo día para que aproveches la oportunidad que está tocando a tu puerta. Si es así, tienes que ser valiente y apresurarte a tomarla antes de que otro la tome y tú la pierdas.
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