No sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. Santiago 4:14
Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Efesios 5:15-16
La caída silenciosa y continua de la arena dentro del reloj da lugar a un pensamiento obsesivo: ¡esos segundos que van pasando inexorablemente no regresarán jamás! ¿Quién puede volver a subir la arena? De igual modo, esos cronómetros que miden la centésima e incluso la milésima de un segundo nos dan vértigo. O cuando vemos en la pantalla digital ese veloz desfile vertiginoso de números,... bruscamente tomamos conciencia del paso del tiempo.
El hombre es llamado a servir a su Creador ahora, en el presente. Dios busca hombres y mujeres animados por las certezas que da la fe, que tomen conciencia de que el tiempo es un precioso regalo. No debemos malgastarlo, pues nos es dado para glorificar a Aquel que nos lo da. Nunca podremos recuperar el tiempo perdido. ¡Cada minuto que se esfuma nunca podrá volver! Esta es la lección del reloj de arena.
Los versículos anteriores nos recuerdan que es sabio aprovechar bien el tiempo. Las oportunidades que Dios nos da para servirle jamás volverán. Aprovechar el tiempo implica una actividad, por lo tanto un trabajo. Las personas perezosas, soñadoras e indecisas deben reflexionar seriamente en ello. El tiempo pasa inexorablemente. ¡Aprovechémoslo! Utilicemos bien el tiempo limitado que Dios nos da para amarle, servirle, especialmente amando y sirviendo a nuestro prójimo.
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