La Verdadera Navidad
En un drama infantil vemos a una niña desesperada por encontrar alegría y felicidad. Primero logra encontrarse con un Santa Claus, de tantos que se disfrazan en estos días, y éste le dice que está muy cansado y fatigado para explicarle sobre la felicidad. Después consigue un arbolito de Navidad y éste, de una manera simbólica, le dice que su belleza es pasajera y que tampoco sabe que es la alegría. Ella, también se encuentra con niños con regalos que desprecian por no ser lo que ellos esperaban, y finalmente se encuentra con niños que vienen de la iglesia y le enseñan cuál es la verdadera Navidad.
1. La Navidad no es solo para los ricos. La Navidad es una fiesta mundial que se celebra prácticamente en todos los rincones y países del mundo. Países ricos y pobres. Hasta en países en donde la religión cristiana no es muy conocida, hoy se celebra la navidad. Deberíamos estar muy contentos, los cristianos, porque hoy más que nunca, la navidad es una fiesta mundial. Sin embargo, ha vuelto a suceder lo que ocurría antes de empezar a celebrarse la Navidad hace unos 1700 años, cuando Constantino, el emperador romano, impuso la fiesta de Navidad. Hoy, como ayer, las actividades paganas (carnales) han ahogado el verdadero espíritu y significado de la Navidad. (Lucas 2:15-20)
2. La Navidad no es Santa Claus, el árbol de Navidad o los regalos: En la Navidad de hoy se exalta más a Santa Claus y al mismo árbol de Navidad que a Cristo. Millones de seres humanos están más pendientes de los regalos que recibirán, que de haber recibido a Cristo en sus corazones. La reunión familiar, el recogimiento espiritual y las reuniones en los templos son ya muy escasos, y ahora son pocos los que asisten respecto al principio. Muchas iglesias cierran sus puertas y clausuran actividades semanales para darles descanso y vacaciones a sus miembros en estos días. ¡Qué gran oportunidad se están perdiendo los cristianos de expresar y exaltar el mensaje del nacimiento de Cristo!
3. La Navidad es Cristo: La Navidad no se efectúa porque Constantino, el emperador romano, quiso, ni tampoco porque veamos a Santa Claus o tengamos o no árbol de Navidad en nuestras casas; ni son las luces que decoran las calles de las ciudades, ni los villancicos o cánticos de navidad. Tampoco la nieve, que por cierto no cae en todos los países. No es beber y comer a rabiar hasta explotar. Todo eso es una pobre y triste imagen de la Navidad. La Navidad es el recordar y celebrar que un día un niño nació en una lejana o cercana tierra para otros, con un propósito: traer felicidad, alegría, vida eterna y salvación. Salvación que en su corazón y mente ya venía marcada con la señal de la cruz. Vino a morir por ti y por mí, para darnos la garantía de que si creemos en Él y en su palabra tendremos la felicidad y alegría verdadera. Esa que se lleva dentro del corazón, no afuera o aparentemente, con comida o sin comida, sin regalos o con ellos, con Santa Claus o sin Santa Claus, con arbolitos o sin arbolitos, con risas o sin risas. Navidad es felicidad, alegría y gozo si está Cristo en tu corazón, así como vinieron los pastores y los magos. Unos sin nada, otros con regalos; pero todos regresaron felices a sus hogares. Ellos sí celebraron la verdadera Navidad (Mateo 2; 11-12)
Es de esperar que todos regresen felices a sus hogares en esta Navidad.
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