Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Mateo 25: 1-4 (Reina Valera 1960)
La vida consiste en prepararnos para un fin, de hecho, todos queremos alcanzar metas y llegar lo más lejos que podamos. Aunque es cierto que para llegar a donde tanto anhelamos tenemos que estar bien preparados.
Un ejemplo de esto es la historia de las diez vírgenes, en la que encontramos las dos caras de la moneda. Todas tenían un fin, y era entrar a la tan esperada boda con el novio (Jesús); y como todo en esta vida, algunas se prepararon y fueron más diligentes que otras. La mitad de ellas actuaron de manera diligente, haciendo las cosas de la mejor manera posible siendo previsoras. En cambio, las otras cinco se relajaron totalmente y se fueron a esperar el encuentro sin estar preparadas.
Todas necesitaban algo muy importante para el camino y para esperar al amado, el aceite para encender sus lámparas, y no permitir que se apagaran. El aceite simboliza al Espíritu Santo que es el poder de Dios (1 Samuel 16:13). Representa la unción, la luz, sanidad, pureza, y si no lo tenemos no podemos iluminar nuestras lámparas; andaríamos en oscuridad y no llegaríamos al lugar al que Dios nos quiere llevar.
Caminar con Dios requiere diligencia y entrega, y por nada del mundo podemos tomarnos unas vacaciones o un descanso en nuestra relación con Él. Debe ser una comunión constante, y no podemos dormirnos como lo hicieron las vírgenes, y creer que todavía hay tiempo para prepararnos, que ya lo haremos más adelante (Mateo 25:5).
Caminar con Dios requiere diligencia y entrega, y por nada del mundo podemos tomarnos unas vacaciones o un descanso en nuestra relación con Él. Debe ser una comunión constante, y no podemos dormirnos como lo hicieron las vírgenes, y creer que todavía hay tiempo para prepararnos, que ya lo haremos más adelante (Mateo 25:5).
¨Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas.¨ Mateo 25: 6-9 (Reina-Valera 1960).
Cada uno es responsable de conseguir su aceite; la cantidad y la calidad del aceite que requieres para encender la lámpara de tu vida, va a depender de en quien confíes y en donde lo busques, pero el verdadero aceite se encuentra en la intimidad con Dios, anhelando la presencia del Espíritu Santo en tu vida. Es algo que los demás no pueden hacer por ti, y que las personas que te rodean no te lo pueden prestar.
Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir. Mateo 25: 10-13 (Reina-Valera 1960).
Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir. Mateo 25: 10-13 (Reina-Valera 1960).
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