lunes, 30 de noviembre de 2015

Un Pensamiento Profundo


Yo amé a manos llenas y de la misma forma sufrí.

Las rosas me hirieron con sus espinas,

pero también perfumaron mi existir.

De todo lo aparentemente malo algo bueno aprendí.

A veces lloré desconsolada y otras reí sin medida.

He vivido mi vida de la mejor manera posible,

que he sabido y que el transcurso del tiempo

me ha enseñado y dejado conocer.

He cometido errores a granel y también

he purificado mi alma bajo las aguas del perdón.

Hay cosas de las que me arrepiento,

debí ser atrevida y creer mucho más en mí.

Así como creí en el potencial de todo el que me rodeaba,

debí animarme para lograr muchos de mis sueños.

Debí haber dicho muchas de las cosas que sentía en el alma.

Mas no lloro por lo dejado, porque algunas cosas pueden ser recobradas.

Sencillamente lo que pasó, pasó, y lo que fue quedó atrás.

Muchas veces he recogido los pedazos rotos de mi corazón,

algunos los he reparado yo misma, y otros tantos

alguna buena gente que siempre me ha rodeado, me han ayudado a sanar.

No me quejo, pues el dolor me ha convertido en alguien fuerte.

Una mujer dispuesta a luchar,

una guerrera lista para enfrentar sus batallas.

Yo no me he quedado mirando al reloj contar las horas,

ni al calendario pasando los días.

Yo he salido a encontrar victorias.

He perdido batallas pero aún no pierdo la guerra.

Me inclino ante Dios y de Él viene mi fuerza.

Procuro vivir más que existir,

siempre con mucha intensidad y procurando olvidar

aquellas cosas negativas que para nada aprovechan.

Me río aunque haya sol o tempestad,

abundancia o escasez.

Es la actitud mental lo que te ayuda

lo que al final de la jornada cuenta.


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