Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 1 Tesalonicenses 5:18
Esta mañana decidí que iba a tener una actitud de agradecimiento por todas las bendiciones que Dios me da. Encendí la radio y la voz que oí tenía un mensaje que hablaba de lo mismo. Era la historia de sanación del leproso agradecido.
Con ese mensaje en mi mente, iba contenta por el camino. Salí a buena hora de mi casa y todo apuntaba a que mi día comenzaba bien. De repente, muy cerca de mi destino, me vi envuelta en un embotellamiento.
Antes de quejarme y cambiar de humor, lo cual suele suceder cuando hay mucho tráfico, pensé: “Lo bueno es que puedo terminar de escuchar el mensaje de la radio”. Tranquila y con buena actitud, llegué veinticinco minutos tarde a mi trabajo. A las once de la mañana tenía una cita en Inmigración para renovar mi pasaporte. Se me ocurrió que podría ir hasta allí, y al salir, aprovechar la hora del almuerzo para visitar a mi amiga, o mejor dicho a su bebé, y volver a la oficina temprano. ¡Qué ilusión!
Llegué a un edificio abarrotado de personas. Tuve que hacer cola afuera un largo rato, y pensé: “Bueno, ya me hacía falta un poco de vitamina D”, así que saqué mis gafas de sol y me dispuse a leer y esperar. Cuando al fin entré, había otra larga fila.
Al llegar, ¡por fin!, al mostrador, miré mi reloj: ¡Faltaban doce minutos para las dos de la tarde! ¡Adiós planes de almuerzo! Estaba aburrida, hambrienta, con el móvil descargado ¡qué tragedia!, y comencé a quejarme. Parecía que mi día de agradecimiento estaba llegando a un brusco final. Regresé volando a mi oficina esperando algún aviso, pero mi jefe, sonriendo, preguntó cómo me había ido;... y mi esposo me esperaba con un almuerzo sabroso y caliente;... ¡y un colega me esperaba con buenas noticias!
Se puede deducir que perdí casi toda la mañana (y mi paciencia), pero sigo agradecida, porque a pesar de lo “malo” que nos pasa, ¡Dios siempre nos sorprende con más bendiciones por las cuales estar agradecidas!
Elige tener una actitud agradecida. Seguramente, Dios te mostrará muchas razones por las cuales dar gracias; razones que no puedes ni imaginar.
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