Majestad, te adoro Majestad;
doy a Cristo toda gloria, honra y honor.
Majestad, reino y autoridad,
fluye del trono hacia su pueblo,
a Él cantad.
Exaltad y proclamad el nombre de Cristo,
adorad, glorificad a Cristo el Rey.
Majestad, te adoro Majestad,
Aquel que murió y resucitó,
Él es el Rey.
Hermoso y solemne este cántico. Especial para momentos de adoración íntima ante el Señor; como pueblo suyo; hermoso cántico para un tiempo como la Santa Cena.
Si lo adoramos, si reconocemos su inigualable majestad es porque Él se ha acercado a nosotros (1 Juan 4:19). No es ningún mérito por nuestra parte reconocer que todo viene de Él, es solamente gratitud, y gratitud es lo mínimo que podemos hacer. “Gracias” es la palabra más aproximada que tenemos, para expresarle a Dios lo que nuestros corazones transformados sienten por su gran e inmenso amor.
Dios es Rey de reyes y Señor de señores, por eso exaltamos y proclamamos su nombre, porque en su nombre hay redención. ¿Eres súbdito en el reino de Dios?
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