domingo, 1 de noviembre de 2015

La niña de las manzanas

Un relato trata de un grupo de vendedores que fue a una convención. Todos les habían prometido a sus esposas que regresarían a tiempo. Sin embargo la convención terminó un poco tarde, por lo que se vieron forzados a ir corriendo por los pasillos del aeropuerto. De repente, y sin quererlo, uno de ellos tropezó con una mesa que tenía una canasta de manzanas, y las manzanas salieron volando por los aires.
manzanasSin detenerse ni siquiera a mirar atrás, los viajeros siguieron corriendo hasta lograr, ajustadamente, subirse al avión… todos menos uno. Este “uno” se detuvo, experimentando un sentimiento de compasión por la dueña del puesto de manzanas. Así que volvió sobre sus pasos,  y se encontró con las manzanas tiradas por el suelo.
Pero su sorpresa fue grande al descubrir que la dueña del puesto era una niña ciega, quien, llorando, tanteaba el suelo tratando de recoger las manzanas entre una multitud de gente que pasaba sin detenerse.
El hombre se arrodilló ante ella,
 juntó las manzanas, y la ayudó a montar el puesto nuevamente. Seguidamente, al comprobar que algunas frutas estaban magulladas, las separó;  sacó su billetera y le dio a la invidente algo de dinero por el daño ocasionado.
El sensible viajero iba a alejarse, cuando la niña le gritó:
-Oiga, Señor… espere… disculpe : “¿Es usted Jesús…?”
Él no contestó, pero antes de dirigirse a tomar otro vuelo, dio varias vueltas con dicha pregunta agitándose en su mente: “¿Es usted Jesús?..
Amigos: más que las palabras, que sean siempre los actos los que cuenten a la hora de nuestro testimonio. Que los demás puedan ver en nosotros, la evidencia de los buenos frutos que deben ostentar los hombres y mujeres de Dios.
Lo que significa que si decimos amar y seguir a Jesús, debemos actuar conforme a su Palabra, pues seguirlo es mucho más que ser un gran conocedor de la Biblia, citar versículos de memoria, o congregarse periódicamente en una iglesia. Seguirlo significa, además de todo ello, amarlo, obedecerle, confiar en ÉL, y llevar una vida transparente que nos permita ser guía, luz y claridad para el resto.

   Hagan brillar su luz delante de todos,

para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes, 

y alaben al Padre que está en el cielo”.

(Mateo 5:16)

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