domingo, 29 de noviembre de 2015

Deja Las Llaves

Jenny pensó que sus padres no le darían permiso para irse de fiesta con unos amigos, de manera que les mintió y les dijo que iba al cine con una compañera.
Aunque se sintió un poco mal porque no les dijo la verdad, tampoco le dio muchas vueltas al asunto y se dispuso a divertirse.
La pizza estuvo bien y la fiesta genial. Al final su amigo Pedro que ya estaba medio borracho, la invitó a dar un paseo, pero primero quiso dar una fumadita…
De repente, Pedro comenzó a propasarse. Eso no era precisamente lo que Jenny tenía previsto. “Tal vez mis padres tienen razón”, pensó; “quizás soy muy joven para salir así. “¿Cómo pude ser tan tonta?” “Por favor, Pedro, dijo, llévame a casa, no me quiero quedar”.
Molesto, Pedro arrancó el coche y comenzó a conducir a toda velocidad. Jenny, asustada, le rogó que fuera más despacio, pero mientras más le suplicaba, él más pisaba el acelerador.
De repente, vio un gran resplandor. “OH, ¡Dios ayúdanos! ¡Vamos a chocar!

Ella recibió toda la fuerza del impacto, y de repente todo se puso negro. Aún consciente, sintió que alguien la sacó del coche retorcido, y escuchó voces: ¡llamen a una ambulancia! “Estos jóvenes están en problemas”
Le pareció oír que había dos coches involucrados en el choque...
...Despertó en el hospital viendo caras tristes. 
“Estuviste en un choque terrible”, dijo alguien.
En medio de la confusión se enteró de que Pedro estaba muerto. A ella misma le dijeron: “Jenny, hacemos todo lo que podemos, pero parece ser que te perderemos a ti también”.
¿Y la gente del otro coche? Preguntó Jenny llorando.
“También murieron” le contestaron.
Jenny rezó: “Dios, perdóname por lo que he hecho, yo solo quería una noche de diversión”.
Y dirigiéndose a una de las enfermeras pidió: “Por favor, dígale a la familia de los que iban en el otro coche que me perdonen, que yo desearía devolverles a sus seres queridos. Por favor enfermera, ¿Les podrá decir esto de mi parte?.
Dígales, también, a mi mamá y a mi papá que lo siento porque mentí, y que me siento culpable porque varios hayan muerto."
La enfermera se quedó callada, como una estatua. Instantes después, Jenny murió.
Un hombre cuestionó entonces a la enfermera:
“¿Por qué no hizo lo posible para cumplir la última voluntad de esa niña?”
La enfermera miró al hombre con ojos llenos de tristeza, y le dijo: “Porque la gente del otro coche eran su papá y su mamá, que habían salido a buscarla”.
¿Harías lo mismo?, yo sé que sí.

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