Señor, más que un anhelo, capricho o un simple deseo, yo tengo necesidad y urgencia de ver tu mano obrar. De que intervengas en mi situación con mano poderosa. Necesito de tu auxilio, preciso un milagro divino. Esto que yo siento es urgencia de ti, porque parece que me estoy ahogando y, en el intento de querer salvarme, desfallezco. ¡Quiero gritar que no puedo más! Un sollozo ahoga mis silencios mientras me pregunto, ¿qué sentido tiene esto? Porque no logro entender nada de lo que está pasando, y el desierto me va secando. ¡Yo quiero agua y no cualquier agua! Porque mi agua eres Tú, porque en mi vida sigues gobernando Tú. No importa lo cansada que pueda estar, pues solo de ti proviene mi bienestar. Por eso reconozco, soy consciente que solo en ti puedo confiar y esperar.
Mientras, las lágrimas hacen un recorrido por mis mejillas y te hablo en silencio, pues Tú conoces todo lo que siente mi corazón y piensa mi mente, y comienzo a sentir algo especial. Tú vas llenando mi ser que está ansioso de tu presencia y dirección. Vas soplando de tu aire que purifica cada célula que hay en mí. Porque Tú eres tan maravilloso que se me hace inexplicable describirte. No me puedo escapar, Tú me cautivas, mi alma está apegada a ti.
Y sé que en cada cosa Tú has de obrar. Que volverán las sonrisas a llenar de alegría mi vida. Y como siempre, todo te lo deberé a ti.
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