lunes, 14 de septiembre de 2015

Orar Bíblicamente

Dios quiere que Sus hijos le pidan los deseos de sus corazones porque Él se deleita en dar. Aún más, Él quiere tener compañerismo con nosotros. ¡Qué gran gozo tenemos al encontrarnos con nuestro Padre celestial por medio de nuestras oraciones!
El privilegio de la oración se basa en eso precisamente, en nuestra relación con Dios a través de Su Hijo Jesucristo. Solo quienes son parte de la familia de Dios pueden afirmar que Él es su Padre (Juan 14:6), y servirse de Su promesa de responder la oración. Él no hace esa promesa a los incrédulos, solo al pecador que pide perdón y recibe a Cristo como Señor y Salvador. Su oración es respondida siempre con la salvación (Romanos 10:9).
En el Sermón del Monte, Jesús utiliza tres verbos para referirse a la oración: pedir, buscar y llamar. Fijémonos en la progresión de la intensidad, de una petición a una búsqueda, y luego a una acción posterior, llamar. Orar es más que presentar peticiones a Dios. Implica buscarlo, y que Su voluntad guíe nuestras súplicas. Significa “llamar a la puerta” para considerar diferentes soluciones, y entre ellas, la primera es obtener la dirección divina que nos ayude a saber lo que nuestro Señor quiere. Jesús prometió que recibiremos, que encontraremos y que Dios nos abrirá la puerta. Tenemos la garantía del Señor de que Él responderá, y lo que Él hace es bueno.
Orar es algo sencillo, pero a veces nos resulta difícil hacerlo. A menudo nos sentimos insatisfechos y nos preguntamos si nuestras oraciones están teniendo algún efecto. Pídale al Señor que le enseñe más acerca de la oración bíblica, ponga en práctica lo que aprenda, ¡y espere confiado en la seguridad de Su respuesta!

Orar como a Dios le agrada
Nos gusta la sencillez de las cosas y lograr el resultado que queremos. Pero la oración no se puede reducir a una fórmula. No es una actividad en la que la repetición de ciertas palabras produce la solución deseada de inmediato. Es una comunicación permanente con el Padre, que implica escuchar, hablar y obedecer lo que oímos. Dios ha prometido responder las oraciones de Sus hijos, pero a menudo espera antes de responder. Lo hace por varias razones:

• Preparación. Dios tiene que prepararnos primero para lo que Él quiere darnos. Es posible que tengamos actitudes o formas de pedir que no son correctas (Santiago 4:3). Él se encargará de ellas antes de darnos lo que tiene para nosotros.
• Crecimiento espiritual. Dios puede utilizar las demoras para probar nuestra fe o profundizar en nuestra relación con Él. Cuando no hay ninguna respuesta de Su parte, el Señor quiere que sigamos buscándolo, llamándolo y conversando con Él.
• Oportunidad. El tiempo de Dios no coincide a menudo con el nuestro. Él sabe lo que quiere lograr en nuestras vidas espirituales y en nuestra relación con Él. Podemos confiar en que el tiempo entre nuestra petición y Su respuesta será bien utilizado por el Señor.
A veces Dios responde de inmediato cuando le pedimos algo; pero muchas veces lo pedimos repetidamente antes de obtener respusta. Debemos continuar tocando a la puerta, como lo hizo la viuda perseverante antes de que Dios le diera Su respuesta. Jesús nos llama a un estilo de vida de “pedir, buscar y llamar”, afianzado en la confianza de la promesa de que Dios responderá a Sus hijos.

Cómo aprender a orar con confianza
La oración es el medio más eficaz dado por Dios, para lograr cambios. Pero muchas veces nos sentimos inseguros de las peticiones que le hacemos al Señor.
La primera base para tener confianza en la oración es saber que pertenecemos a la familia de Dios (Juan 1:12). Cuando recibimos a Jesús como nuestro Salvador, Dios se convierte en nuestro Padre celestial. Por esto, podemos tener la absoluta seguridad de que Él oirá nuestra oraciones (Mateo 6:6).
La segunda razón para tener seguridad, es orar de acuerdo con la voluntad de Dios. Esta idea parece a menudo desconcertante, y por eso debemos considerarla con mucho detenimiento. Sabemos que ciertas cosas nunca están en el plan de Dios, tales como mentir, engañar y acciones inspiradas por el orgullo, la malevolencia o la ira (Proverbios 6:16-19; Colosenses 3:8). Y cosas insignificantes como qué colores usar o qué decisiones de sentido común podemos tomar, como usar el cinturón de seguridad, quedan a discreción nuestra. ¿Pero qué pasa con los deseos que no entran en ninguna de estas categorías?
Para conocer la voluntad de Dios nuestro espíritu debe estar sometido a Dios (Santiago 4:7). Antes de Su respuesta, tenemos que dejar de aferrarnos a los resultados que queremos, y estar dispuestos a decir “sí” a Su plan. Para ello se hace imprescindible estudiar las Escrituras, en las que Dios nos revela Su voluntad por medio de mandamientos y principios (2 Timoteo 3:16, 17).
Debemos depender del Espíritu Santo para que Él nos ayude a orar de acuerdo con los propósitos del Señor. Deje de orar con timidez; hágalo armonizando sus oraciones con la voluntad de Dios.

Orar en tiempo de necesidad
La vida tiene muchos momentos de tensión en los que nos falta claridad para seguir adelante o ayudar a los demás. Por medio de la oración podemos recibir dirección. Pero, ¿cómo funciona esto?
La oración comienza cuando dejamos de ocuparnos de las cosas de este mundo, para hablar con el Señor y pensar en Él. Al apartar nuestra mirada de las circunstancias y enfocarla en Dios, nuestras mentes se aclararán (Salmo 46:10). Entonces estaremos preparados para recibir Sus pensamientos y presentarle peticiones que estén centradas en Cristo.
En nuestras oraciones debemos seguir el modelo que Jesús enseñó a Sus discípulos, y ser específicos en cuanto a las necesidades concretas que tenemos (Mateo 6:11-13). Dios quiere no solo darnos lo que necesitamos, sino también, desarrollar nuestra fe en Él. Nuestra fe aumenta cuando vemos una correlación directa entre nuestras peticiones y Sus respuestas. Por eso es mejor evitar las oraciones generales que no sean específicas, porque ¿cómo sabríamos que el Señor ha respondido? Una lista de oración puede dar una imagen de Dios en acción. Si tenemos anotadas nuestras peticiones y Sus respuestas, nuestra fe en el poder de la oración aumentará.
Una petición que Dios promete responder siempre con un “sí”, es el deseo de alcanzar sabiduría. Siempre que la necesitemos debemos pedírsela a Dios, y Él nos la dará con generosidad. No nos criticará ni nos rechazará por pedírsela con demasiada frecuencia. Él desea que tengamos la mente de Cristo (1 Corintios 2:16b). ¡Qué Dios tan maravilloso tenemos! Nos invita a venir a Él para que le pidamos. 
¿En qué cosas necesita usted dirección?

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