sábado, 19 de septiembre de 2015

La Gracia de Dios – Si es por gracia, ya no es por obras

La Gracia de Dios es incomparable

“…SI ES POR GRACIA, YA NO ES POR OBRAS…”(Romanos 11:6)
Escribe el apóstol Pablo: “Y si es por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no sería gracia…” (Romanos 11:6).
El doctor..., bueno, no importa su nombre, cuenta la fascinante historia de cómo obtuvo su doctorado en griego. Había seis alumnos en la clase. El catedrático nunca había dado una nota de sobresaliente a nadie, pero el primer día de curso les enseñó un texto en griego y, para asombro de los estudiantes, anunció: ‘Ya he decidido sus notas, y no importa si no estudian, ni las calificaciones que pudieran sacar, porque a todos les he puesto "Sobresaliente". El doctor añade: “De los seis alumnos, cinco aprendimos más griego en esa clase de lo que nunca imaginamos sería posible. El sexto alumno, simplemente pasó por el curso y nunca se esforzó. Así es la gracia: la fuerza para sobresalir o la licencia para no esforzarse.
Puedes elegir una de las dos alternativas; de todos modos eres aceptado y considerado justo a los ojos de Dios desde el momento que confiaste en Cristo. ¿Por qué habría de disponerlo Dios así? Porque el amor que nos da es incondicional, y solo una respuesta llena de amor puede complacerle. Qué verdad tan fascinante: ¡Dios se hace vulnerable a ser rechazado por personas como nosotros! A lo mejor te preguntas: ¿cómo puedo demostrar que de verdad amo a Dios?
Fácil: amarás a tu prójimo (1 Juan 4:21). Te aplicarás a la Palabra de Dios (Salmo 119:97).
Te gustará pasar tiempo en oración (Jeremías 29:12).
La gracia, bien entendida, no impide la santidad sino que la produce. “La gracia de Dios se ha manifestado para salvación y nos enseña que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente” (Tito 2:11-12).

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