"Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para buscarlo en su templo. Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo reservado de su morada; sobre una roca me pondrá en alto". Salmo 27:4-5

Un vaquero se dirigía en su vehículo por una árida carretera del Oeste Americano. Llevaba de acompañante a su fiel amigo, un viejo perro labrador, y detrás, en el trailer, a su caballo. Pero al tomar una curva peligrosa, pierde el control de la camioneta y tiene un tremendo accidente.
Un rato más tarde, un policía del estado llega a la escena. El hombre, gran amante de los animales, localizó primero la figura del caballo, llegó hasta él, y después de descubrir la gravedad de sus heridas, sacó de su cintura la pistola y puso fin al sufrimiento del animal. Luego halló al perro, quien se veía peor que el anterior, y sin dudarlo, con su mano en el corazón, finalizó también la agonía del can.
Segundos después, el oficial encontró al vaquero; su condición era muy mala, tenía varias fracturas y apenas podía respirar. Entonces le preguntó "¿Amigo, se encuentra bien?" El vaquero dio una ligera mirada a la mano del policía donde colgaba la pistola aún humeante, y respondió rápidamente, con una energía inesperada, "¡Claro que sí, nunca me he sentido mejor!"
Somos peregrinos en un camino peligroso, viajeros de un mundo que a veces nos parece muy difícil de transitar, mas a pesar de ello, contamos con la promesa de Dios. "....él es nuestro amparo y fortaleza" (Salmo 46:1). Por eso, no debemos temer a nada pues nuestra vida está con El Señor, y pase lo que pase saldremos vencedores. Así que recuerda esto... cuando el mundo se te acerque con una pistola humeante, y lista para terminar con tu sufrimiento, ya sabes que podrás encontrar dentro de ti una fuerza sobrenatural y podrás decir con firmeza "¡Nunca me he sentido mejor!"
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