Desgraciadamente, vivimos en una época donde a cada momento nos enteramos de una nueva mala noticia; tensiones entre países, conflictos civiles, crisis en la economía, en la salud, en la enseñanza, desastres naturales, problemas medio ambientales, etc., etc. Este gran desorden mantiene al mundo al borde del colapso total. Son tiempos de angustia que, directa o indirectamente, pueden afectarnos también a los creyentes. Pero aunque resulte difícil de creer, para nosotros no es tan malo como parece. Vamos a usar un ejemplo para explicarlo."Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para buscarlo en su templo. Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo reservado de su morada; sobre una roca me pondrá en alto". Salmo 27:4-5
Un vaquero se dirigía en su vehículo por una árida carretera del Oeste Americano. Llevaba de acompañante a su fiel amigo, un viejo perro labrador, y detrás, en el trailer, a su caballo. Pero al tomar una curva peligrosa, pierde el control de la camioneta y tiene un tremendo accidente.
Un rato más tarde, un policía del estado llega a la escena. El hombre, gran amante de los animales, localizó primero la figura del caballo, llegó hasta él, y después de descubrir la gravedad de sus heridas, sacó de su cintura la pistola y puso fin al sufrimiento del animal. Luego halló al perro, quien se veía peor que el anterior, y sin dudarlo, con su mano en el corazón, finalizó también la agonía del can.
Segundos después, el oficial encontró al vaquero; su condición era muy mala, tenía varias fracturas y apenas podía respirar. Entonces le preguntó "¿Amigo, se encuentra bien?" El vaquero dio una ligera mirada a la mano del policía donde colgaba la pistola aún humeante, y respondió rápidamente, con una energía inesperada, "¡Claro que sí, nunca me he sentido mejor!"
Somos peregrinos en un camino peligroso, viajeros de un mundo que a veces nos parece muy difícil de transitar, mas a pesar de ello, contamos con la promesa de Dios. "....él es nuestro amparo y fortaleza" (Salmo 46:1). Por eso, no debemos temer a nada pues nuestra vida está con El Señor, y pase lo que pase saldremos vencedores. Así que recuerda esto... cuando el mundo se te acerque con una pistola humeante, y lista para terminar con tu sufrimiento, ya sabes que podrás encontrar dentro de ti una fuerza sobrenatural y podrás decir con firmeza "¡Nunca me he sentido mejor!"
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