miércoles, 19 de agosto de 2015

Mientras el Señor nos guíe

Cuando los hagan comparecer en las sinagogas, ante los gobernantes y las autoridades, no se preocupen de cómo van a defenderse o de qué van a decir, porque en ese momento el Espíritu Santo les enseñará lo que deben responder. Lucas 12: 11, 12, NVI.

Una mañana salí a trabajar a las 6:30, y el camión en el que iba y que llevaba su carga al mercado paró. No habíamos avanzado mucho cuando la policía nos detuvo. Para mi sorpresa y consternación, todos los hombres se escaparon y me dejaron sola. El policía me llevó a la estación policial donde tuve que pagar una multa en efectivo y esperar el día de mi audiencia. Allí me enteré de que el camión llevaba mercancía ilegal.

Cuando llegué a la audiencia, aproveché la oportunidad para venderles algunos libros a las personas en el juzgado, mientras esperaba que comenzaran los procedimientos. Cuando llegó el juez, me di cuenta de que ya le había vendido libros en el pasado. Menos mal, porque el Espíritu Santo me ayudó a decir y hacer lo mejor en esas circunstancias. Alabo a Dios, porque el juez me dejó en libertad para que pudiese continuar vendiendo libros y haciendo la obra de Dios.

Otro día fui a una escuela y hablé con los docentes en la sala de profesores. Me preguntaron acerca de enseñanzas espirituales y hechiceros. Les expliqué, lo mejor que pude, las verdades de la Biblia y vendí algunos libros. Entonces, escuché una voz seria detrás de mí, que dijo: “Disculpe, esta es una sala de profesores. Si quiere predicar, vaya a una iglesia. Cada persona tiene su propia religión, no traiga la suya aquí”. Traté de explicarme, pero el director no me quiso escuchar. Llamó al responsable de seguridad para que me acompañara a la salida, y me dijo que no volviera; hasta me prohibió que regresara por el resto de mi dinero.

Tiempo después, cosas terribles comenzaron a suceder en esa escuela: incendios misteriosos, peleas entre alumnos, y otros incidentes que no tenían ninguna explicación. Los profesores creían que un espíritu maligno estaba influenciando en la escuela, y acusaron al director como el responsable. Se quejaban de que el director permitía que otros vendieran sus productos allí, y sin embargo, había echado a la sierva de Dios. Querían que yo volviera para orar por la escuela. Volví por los profesores y los alumnos. Los profesores me volvieron a comprar libros, y desde entonces la escuela ha disfrutado de paz.

Dios está con nosotros cuando hacemos su labor, incluso cuando a veces no entendemos por qué permite que algunos problemas ocurran. Pero si seguimos la conducción de Dios, el Espíritu Santo nos ayudará a sobrellevar los desafíos. Él transforma en positivas hasta las situaciones más negativas. Gloria sea a Dios.


No hay comentarios:

Publicar un comentario