sábado, 1 de agosto de 2015

El Abrazo De Papá

Uno de mis recuerdos de la niñez es el estar esperando fuera de nuestra casa la llegada de papá del trabajo de la tarde.
Teníamos un estacionamiento de gravilla junto a la casa y del mismo lado había un gran árbol. Este tenía algunas ramas bajas a las que trepábamos cuando éramos niños de 4 o 5 años.

 Mi hermano Roberto y yo esperábamos a papá sentados en una rama de ese árbol hasta que veíamos su coche entrar al estacionamiento y oír el sonido de la grava bajo las llantas.
Cuando llegaba ese momento, bajábamos del árbol y corríamos hacia el coche de papá.  ¡No esperábamos a que bajase del coche!
 Aún recuerdo el entusiasmo que sentía cada noche anticipando la llegada de papá, su bajada del coche, dándonos primero su bella sonrisa, para luego tomarnos rápidamente en sus brazos para el abrazo de bienvenida.
Me sentía tan feliz de recibir ese abrazo de papá que pienso que probablemente hubiese acampado para siempre, o al menos hasta el desayuno, ¡para recibir aquel amoroso y cálido abrazo!

 Podía sentir cuánto nos amaba en ese fuerte y sin embargo, suave, confiable y seguro apretón.
Estoy muy agradecida a mi papá por ese maravilloso recuerdo de su regreso a casa. Tenía con nosotros, varios juegos y rutinas familiares que mágicamente decían: “Los amo”, “son especiales para mí”, “son mi gozo” y “ahora es nuestro tiempo para disfrutar juntos”.
Cuando papá enfermó unos años después, y no nos podía comunicar más su amor con palabras o abrazos, todavía tenía esas escenas de sus “regresos a casa para estar con nosotros”, de las cuales sacar seguridad de su continuo amor hacia nosotros.
Han pasado ya casi 25 años desde que mi papá murió y sin embargo, mis recuerdos de él de mi niñez temprana, continúan siéndome una fuente maravillosa de inspiración.  Recuerdo los grandes momentos que pasamos juntos de joven; su vibrante sonrisa, sus chistes tontos y el humor juguetón de sus rutinas.

 Pero de todos los gratos recuerdos que Roberto y yo tenemos de nuestro tiempo con papá, la “espera por el abrazo de vuelta a casa” es para mí, el mejor de todos. Y cuando pienso en él regresando a casa, aún recuerdo la brillante sonrisa que nos daba, sus largos brazos extendiéndose hacia nosotros y la sensación de su cálido abrazo al levantarnos del suelo.
Cada vez que pienso en ello, es como si papá estuviese allí conmigo una vez más, y puedo sentir su amor dentro de mí de nuevo.
Gracias papá, ¡te amo!
Este artículo nos llama a quienes somos hijos, a valorar el cariño y amor recibidos de parte de nuestros progenitores… pero también nos da una singular perspectiva de la vida a quienes también somos padres de familia. ¡Cuán curioso e interesante nos resulta descubrir el impacto de nuestras acciones, a las que muchas veces damos menos importancia de la debida, en la vida de nuestros hijos.
De igual manera, nuestro Padre Celestial ha hecho tanto por todos... que debemos no solo valorar sus obras, sino también su amor por cada uno de nosotros.

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