miércoles, 1 de julio de 2015

Sequía

Nada sobresale de la lenta medianía de los días. Los suburbios que esperaban la visita de la imaginación y el poder desatado de la palabra permanecen solitarios. A cada atardecer sucede otro y a cada mañana le sigue otra igual. Inútil la búsqueda del elixir que despierta. Oquedad, escarcha, mudez absoluta.
Se pasan las horas con repentinos, fugaces fogonazos de luz muerta. Unos pasos lentos alrededor de la casa en busca de una idea. La distracción de los pájaros, de las nubes, de unos rayos de sol que entibian un poco el interior. Esperanza que es apenas un leve escozor en la piel del alma, ni siquiera rasguño, ni siquiera inquietud.
Nada, solo palabras leídas pasada la medianoche, cuando se espera desesperado el sueño que salve del tedio. Pensamientos que tropiezan entre sí, que se mezclan como cartas de una baraja, apenas divagaciones insulsas. Estados descompensados del espíritu, grotescos paros cardiorrespiratorios en la mente, taquicardias imaginarias en el corazón, mientras las horas auscultan los torpes latidos de la noche.
Letargo en el escritorio de los temas. Los dedos entumecidos por lo creado. La yerta materia de los archivos en segundo plano. Las imágenes desdibujadas de la memoria. Impulsos erráticos, apenas instantes, relámpagos inasibles en la desesperación del silencio, de la página en blanco. El tesoro de las palabras, agotadas sus reservas, con los viejos cuadernos, saqueados en previas jornadas estériles. Los archivos virtuales, exprimidos y editados.
Pero abajo, en lo profundo del ser, las semillas esperan. Hibernan a la espera de los días de lluvia en la reseca matriz. Se adhieren, tenaces, a esta suerte de vida latente. Soportan este silencioso compás de espera hasta la hora señalada. No se mata así, sin más, la genética del pensamiento. Los fluidos gestantes de la vida conocen su paradero y tarde o temprano la fecundarán otra vez. Eso pasa. Puede tomar mucho tiempo, pero pasa.
El silencio precede a la música. La mudez a las palabras. El vacío a la explosión de la vida. La oscuridad a la luz. El secreto a la revelación de las cosas necesarias. La espera a la realización potente de los deseos. El miedo y las cadenas, a la liberación.
No hay tempo perdido. No hay instante desechado. Cada sagrado segundo tendrá su recompensa. Alguna vez regresarán todos los sentidos. Un día, todas las fuerzas del alma van a ser convocadas para resolver los asuntos pendientes, para entender..., para descansar por fin.

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