miércoles, 1 de julio de 2015

El rumor

Lucía era una niña de 4 años que estaba empezando a ir a la escuela, pero nunca imaginó a lo que se enfrentaría en su primera semana.
Entre las niñas de su clase comenzó a correr el rumor de una criatura espeluznante, que recorría las viejas y desgastadas cloacas que estaban bajo el colegio. Se trataba de un hambriento y enorme cocodrilo, cuya boca podía abrirla tan grande que era capaz de tragarse a un adulto de un solo bocado, y que de vez en cuando, sacaba la cabeza por uno de los retretes del baño.
El rumor fue cobrando cada vez más fuerza, tanta que ninguna de las pequeñas quería ir al baño sola; todas se ponían de acuerdo para ir en grupo, como mínimo de dos en dos.
La pequeña Lucía terminó convenciéndose de aquella mentira y se negaba a ir al baño sola. Lo peor era que ninguna de sus compañeritas quería acompañarla, y cada vez que alguien mencionaba algo del cocodrilo, ella no podía esconder el miedo que tenía. Algunas niñas alimentaban más el rumor comentando que habían visto al cocodrilo, otras decían que por poco las atrapa y que se habían salvado de puro milagro.
Angustiada por la tremenda mentira y por la actitud de sus compañeras, Lucía no aguantó más y fue a pedirle a su maestra que por favor la acompañara al baño, porque tenía miedo del cocodrilo. Al oír todo eso y tras un corto silencio, la maestra arrugó el entrecejo, se quitó las gafas, volvió a ver a la pequeña y le preguntó con voz apacible, ¿qué tenía que ver el baño con un cocodrilo?
Al terminar la historia, la maestra se arrodilló para ponerse a la altura de la pequeña, sonrió levemente, trató de consolarla y con serenidad, le explicó que era solo una mentira. Al final todo quedó aclarado.
Quizás, presa de su propia inocencia, Lucía terminó creyendo las mentiras que algunas de sus, mal llamadas, compañeritas habían creado. Pero con un poco de madurez, resultaría incluso gracioso el hecho de que alguien pudiese creer que un hambriento cocodrilo pudiera atacar, sacando la cabeza por el escusado del baño.
Pero la realidad es que mentiras tan absurdas como esas, son las que nos atacan todos los días y lo peor es que las creemos. Una de las más típicas es la que viene tras el pecado y que dice: “Dios ya no te va a perdonar” o cuando no tenemos sensaciones físicas y oramos, que dice “Dios no está escuchando”. Hay, por supuesto, más ejemplos: “Dios no tiene tiempo para tus pequeñeces", "a Él tienes que molestarlo por cosas que valgan la pena”, “Jesús está enojado contigo”, “tus problemas financieros son grandes y orar no te ayuda”, “Dios te está castigando por tus pecados”, etc.
Todas son mentiras que tienen el mismo grado de inocencia que la del cocodrilo, pero nuestro adversario se ocupa de repetirlas con tanta insistencia que terminamos creyéndolas, y cuando comenzamos a ser presas de una mentira, es cuando nuestra fe en Dios es derribada.
Pero a través de las líneas escritas en la Biblia, podemos ver un sinfín de promesas e historias que nos ayudarán a madurar, para no caer ante cualquier falso rumor que el enemigo haya plantado en nuestro camino.
Salmos 9:10 dice: “Señor, los que te conocen, confían en ti, pues nunca abandonas a quienes te buscan.” Versión Dios Habla Hoy
Ponte en marcha, comienza a buscar a Dios y líbrate de esas mentiras.

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