sábado, 4 de julio de 2015

Lo que satisface realmente en la vida

SALMOS 49:6-7 “Los que confían en sus bienes, y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan, ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate”. (Reina y Valera)
satisfecha“Ellos confían en sus riquezas y se jactan de sus muchos bienes, pero nadie puede salvarse a sí mismo ni pagarle a Dios porque le salve la vida.” (Vers. Dios Habla Hoy)
Las riquezas producen en la gente una sensación de seguridad y omnipotencia. Un pensamiento general dice que “todo se consigue con dinero”. Eso puede ser cierto para lo material, pero es inexacto para las cosas espirituales.
Se pueden comprar remedios, pero no la sanidad; se puede comprar comida, pero no el buen apetito; se puede comprar una mujer de la calle, pero no el verdadero amor matrimonial; se puede comprar un rato de alegría, pero no la felicidad; se puede comprar un sedante, pero no la paz verdadera en el corazón.

Para muchas personas su dios son las riquezas, y corren detrás de ellas de forma desenfrenada, para conseguirlas a cualquier costo.
No es pecado tener bienes y riquezas, el problema radica en amar al dinero por encima de todo lo demás. Pero pensemos que, como cristianos, tenemos al Señor que nos da el poder para conseguir riquezas y disfrutarlas.
Únicamente aquellos que tienen a Cristo como el centro de sus vidas, pueden disfrutar los bienes y las riquezas que su Señor les ha dado. Por contra, aquellos que tienen como eje de la vida al dinero y los bienes materiales, dependen de sí mismos para hacer más riquezas y viven con una constante sensación de frustración, porque lo que realmente satisface en la vida es tener como Rey al Señor Jesucristo. Cuando esto sucede, todo lo demás puede ser disfrutado y gozado a la manera de Dios.

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