viernes, 10 de julio de 2015

La astrología y los cristianos

La astrología, vista como predicción del horóscopo, es la insipiciencia que se basa en un conjunto de teorías y reglas para prever el futuro, calculando y observando el efecto que sobre los humanos tiene el sol, la luna, las estrellas y los planetas. Las posiciones de los astros en el momento de nacer un niño, supuestamente influyen en su carácter y personalidad, y el trayecto de los astros revelaría el destino del individuo.
A esta influencia la llaman astral, que además de tener como centro de operación el cuerpo humano, se extiende también al plano moral, o sea a los actos humanos. Como quiera que las naciones son un conjunto de individuos, se supone también, que las influencias astrales cambien la suerte de los pueblos y de la colectividad.
El horóscopo define los 12 signos del zodíaco y clasifica a las personas por los signos particulares bajo los que han nacido: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis.
Millones de personas revisan cada día su horóscopo para averiguar su futuro. Firman contratos, constituyen empresas, escogen oficios, hacen apuestas, planean viajes, escogen el nombre de sus hijos, y a veces formulan políticas y decisiones de gobierno, todo en base a los presagios astrológicos, viendo si los astros les favorecen o no.
La Astrología tiene su origen en la antigua Babilonia. Los babilonios fueron los primeros que observaron los cielos y reaccionaron ante los portentos que creían ver.
Ya en materia. el hecho de que los astrólogos acierten, no significa que los cristianos deban aceptar dichas cosas. La fuente de estos poderes no proviene de Dios. La Biblia dice: “Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz” (2 Corintios 11:14).
Son muchos los pasajes bíblicos que condenan a quienes adoran y consultan a los astros. “No sea hallado en ti quien… practique adivinación, ni agorero, ni sortilegio, ni hechicero… ni mago, ni quien consulte a los muertos, porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas…” (Deuteronomio 18:10-12). En el juicio contra Babilonia, Dios profetizó que los astrólogos no podrían ayudar a Babilonia: “Te has fatigado en tus muchos consejos. Comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses para pronosticar lo que vendrá sobre ti. He aquí que serán como tamo; fuego los quemará, no salvarán sus vidas del poder de las llamas” (Isaías 47:13-14).
Dios dispuso que el hombre se valiera de los astros para medir las estaciones, días y años (Génesis 1:14), pero la Biblia no dice que debamos buscar en ellos una guía para tomar decisiones y hacer evaluaciones de nuestra vida personal. Para esto tenemos la Biblia que dice: “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Isaías 8:20). No hay ningún apoyo bíblico para consultar la astrología para decidir nuestro futuro.
La sabiduría, la orientación, la comprensión y la formación personal no vienen determinadas por los astros del cielo, sino por una serie de factores hereditarios, más medio ambiente, educación, y la determinación de superación. Las personas que consultan diariamente su horóscopo lo hacen con la idea de evadir su responsabilidad a la hora de tomar decisiones personales, quieren que alguien les indique qué se debe hacer en esos casos, y así se sienten más seguros. Esta es la razón de la popularidad de los programas astrológicos por la televisión, radio y prensa.
Pero quienes miran a Dios tienen un guía que nunca falla, Jesús. Él prometió a sus seguidores que “…cuando venga el Espíritu (Santo) de verdad, él os guiará a toda verdad…” (Juan 16:13). El autor del libro de los Salmos dijo“Porque tú eres mi roca y mi castillo; por tu nombre me guiarás y me encaminarás” (Salmo 31:3).
Para tomar una decisión, el cristiano verdadero no se fundamenta en averiguar si los planetas o estrellas están o no en posición favorable. Él confía en que Dios tiene el control de todas las cosas y que está a su favor; se basa en hechos concretos y objetivos, pues sabe que Dios le ha dado la inteligencia y la capacidad para afrontar las situaciones de la vida diaria.

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