“¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo”
1 Pedro 1:3 (Nueva Versión Internacional)
El error más grande que puede cometer un "aspirante" a Cristiano, cuando se trata de ser renovado, es que él trate de ajustar su antigua naturaleza en un nuevo molde, el de Jesús. Sería lo equivalente a querer usar el viejo motor de un coche en uno nuevo y reluciente, como comprar el mejor ordenador del mercado e instalarle un programa que ya está obsoleto, porque sin importar la sofisticación del ordenador y la innovación que suponga, no funcionará. O como lo dijo el Señor Jesús, no se debe usar un retazo de vestido nuevo para remendar un vestido viejo. Ni tampoco echar vino nuevo en odres viejos pues al hacerlo el vino reventará el odre (Lucas 5:36-39). De esta manera se entiende que el Espíritu Santo es el vino nuevo a usarse en un odre nuevo que es Cristo en nosotros. Pero al poner el Espíritu Santo en un odre o persona que se cree aún un odre viejo, el odre reventará. Es decir, se verá impedido de vivir de manera sobrenatural.
Cuando Pedro escribió este pasaje, enfatizó lo que Jesús hizo en los que ha salvado: les hizo nacer de nuevo por medio de Su resurrección. Por lo que esta Su promesa de ser un ser nuevo, nacido puro y sin mancha ante Dios, dependió solamente de una cosa, la resurrección de Cristo y no la justicia o naturaleza del creyente.
Si tú has sido salvo por la sangre de Cristo, has nacido de nuevo. No importa lo que hayas hecho en el pasado, y no depende de ti, sino de la sangre de Cristo que te ha lavado. Adopta completamente tu nueva naturaleza, cree de todo corazón que Dios te ve como alguien que ha nacido de nuevo.
Si tú has sido salvo por la sangre de Cristo, has nacido de nuevo. No importa lo que hayas hecho en el pasado, y no depende de ti, sino de la sangre de Cristo que te ha lavado. Adopta completamente tu nueva naturaleza, cree de todo corazón que Dios te ve como alguien que ha nacido de nuevo.
Despréndete de todo pensamiento o concepto de ti mismo que tenga que ver con tu antigua naturaleza, porque ella ha muerto en la Cruz. Quita de ti todo hábito que vaya en contra de lo que te dicta el Espíritu Santo, pues Él te da vida. Y gózate plenamente de la nueva vida que has recibido, porque no depende de quién eres o quién fuiste, sino de la resurrección de Jesús.
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