lunes, 6 de julio de 2015

Amar la vida

Un profesor fue invitado a dar una conferencia en una base militar, y en el aeropuerto lo recibió un soldado llamado Ralph. Mientras se encaminaban a recoger el equipaje, Ralph se separó del visitante en tres ocasiones: primero para ayudar a una anciana con su maleta; luego para aupar a dos pequeños para que pudieran ver a Santa Claus, y después para orientar a una persona. Cada vez regresaba con una amplia sonrisa en el rostro.
“¿Dónde aprendió a comportarse así?”, le preguntó el profesor. “En la guerra”, contestó Ralph. Entonces le contó su experiencia en Vietnam. Allí su misión había sido "limpiar" campos minados. En el tiempo que empleó, había visto cómo varios amigos suyos, uno tras otro, encontraban una muerte prematura. “Me acostumbré a dar solo un paso a la vez”, explicó. “Nunca sabía si el siguiente iba a ser el último; por eso tenía que sacar el mayor provecho posible del momento que transcurría, entre alzar un pie y volver a apoyarlo en el suelo. Me parecía que cada paso era toda una vida”
Nadie puede saber lo que habrá de suceder mañana. Qué triste sería el mundo si lo supiéramos. Toda la emoción de vivir se perdería, nuestra vida sería como una película que ya vimos, ninguna sorpresa, ninguna emoción. Lo que se requiere es ver la vida como lo que es: una gran aventura. Al final no importará quién ha acumulado más riquezas ni quién ha llegado más lejos. Lo único que importará es quién la disfrutó más. Ama más quien más ha servido, porque aprecia su vida y la de los demás.
Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Colosenses 3:14

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