viernes, 26 de junio de 2015

¿Hay un Infierno?

Si preguntáramos al hombre de la calle: ¿Hay un infierno?, muy posiblemente nos diría, “¡No Señor, eso es un cuento de mal gusto!” Por lo menos un 70 % de la población humana no cree en la existencia del infierno. Otros no sabrían qué decir. Ahora bien, los que creen en su inexistencia dicen que pueden probar ante la Biblia, que “lo del infierno” es un mito. Desde luego, sobre este particular hay diversas posibilidades de discusión.
UNA ENSEÑANZA FALSA MUY PELIGROSA
Nuestro estudio de investigación bíblica lo iniciamos con una cita muy breve. La encontramos en 2 Timoteo 2.16-18“Mas evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad. Y su palabra carcomerá como gangrena; de los cuales son Himeneo y Fileto, que se desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectuó, y trastornan la fe de algunos.”
Estas palabras las escribió el apóstol Pablo. Se aprecia en ellas, que para él no era igual lo que se enseñaba, sino, insistió en ello, la enseñanza misma de la verdad bíblica. El caso es que la cuestión de la resurrección y del infierno son, en cierto modo, compatibles y nunca separables. Representan el fundamento de la fe y doctrina cristianas. El que niega la vida después de la tumba, lógicamente, también niega el infierno como lugar de castigo.
Pero si no hubiera infierno, ¿cómo sería el castigo por el pecado? ¿No sería un término vacío? Toda la vida de sufrimiento y la muerte misma de Cristo carecerían de valor. ¿Qué significarían, entonces, las palabras de Pedro que “en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4.12). ¿Para qué necesitaríamos “la salvación”, si no hubiera el peligro de “la desgracia”? Si no hay infierno, y si el hombre no puede llegar a tener tal desdicha, ¿para qué es la salvación?
Es preciso que se predique a una congregación “todo el consejo de Dios” (Hechos 20.27). Y todo “el consejo” incluye también la doctrina del infierno.
¿POR QUÉ HAY MUCHOS QUE DICEN QUE “NO HAY INFIERNO”?
Cuando leemos libros escritos por hombres, a veces encontramos “una sana argumentación” para negar lo que la Biblia afirma. Con artimañas propias de letrados, saben utilizar abundante “material bíblico” para llegar a su objetivo de interpretación errónea. Por ejemplo, un argumento que ya casi está gastado por el uso es “que Dios no es tan malo como para echar a los hombres al infierno.”
Pero Jesús siempre ha enseñado que habrá un lugar terrible (el infierno) para aquellos que no obedecen (Marcos 9.43-45; Mateo 25.31). Parecería como si el Señor Jesús no hubiera comprendido bien como se podría relacionar “el amor de Dios” con “un pensamiento tan abstracto”. Sin embargo, resulta que Cristo sí sabía muy bien de lo que hablaba, pero, ¿lo saben algunos hombres? Es muy importante observar que la doctrina del infierno también fue pregonada por el autor del amor (1 Juan 4.9). Y es fácil de comprender, pues el Amor de Dios es para los que quieren amarlo a Él y obedecerlo, pero Su ira y Castigo es para los contumaces, rebeldes y espíritus contradictorios que aman más la mentira y el fácil vivir que la justicia de Dios.
He aquí las palabras divinas, traídas a nosotros por el apóstol Pablo, que nos dan una idea de lo que ocurrirá con los que se oponen a Dios. “¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras; vida eterna a los que perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia” (Romanos 2,3-8).
Solo queda decir que no solo Dios puede hacer lo que quiere. El hombre también puede hacer lo mismo, a otro nivel, claro está “El que quiera, tome del agua de la vida” (Apocalipsis 22.17).
Es probable que los tormentos del infierno nos sean incomprensibles. Pero este pensamiento no justifica el dudar de la justicia divina. Además, el que se escandalizase por la existencia del infierno y renegase del Altísimo parece que hubiese olvidado quién, qué es, y lo que Dios es.
Jesús decía una vez: “…mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado” (Marcos 9.43). Con este versículo podríamos llegar a terminar de definir la pregunta, y su respuesta, en cuanto al infierno. Nosotros creemos en las palabras de Cristo, pero algunos lo tergiversan todo para su propia condenación.
Y si queremos saber lo que la Escritura nos quiere decir respecto al infierno, es preciso ocuparnos primero con tres términos griegos: “Abysos”, “hadeas” y “gehenna”. 
“Abysos” significa “profundidad”. En las mejores traducciones se traduce como “abismo”, “infierno” y “profundidad” (Lucas 8.31; Romanos 10.7; Apocalipsis 9.1). Estos textos bíblicos nos muestran lo terrible de este lugar, habitado por los demonios (Lucas 8.30,31). De ahí vienen la bestia y el anticristo (Apocalipsis 9.11; 11.7).
“Hadeas” o “hades” significa algo así como “lugar de muertos”. Lo encontramos en Mateo 11.23; 16.18; Lucas 10.15; Hechos 2.27, etc. Este término muestra el lugar de permanencia de los muertos; un lugar al cual llegarán todos los hombres. Pero se considera “hades” en esos contextos bíblicos, como contrapartida del cielo. Se levanta uno al cielo, pero se baja al hades. (Compare Mateo 11.23 con Lucas 10.15). Cuando se produzca la resurrección, el hades tendrá que entregar sus muertos (Apocalipsis 20.13). Jesús resucitó, y quitó el poder de la muerte y del diablo (Hebreos 2.14).
Todos los muertos se encuentran en este tiempo en el hades (Lucas 16.23,26), pero se trata solo de un lugar transitorio; pues al fin de los tiempos irán a su lugar definitivo.
Por último, la palabra griega que define el infierno es “gehenna”. “Gehenna” es aquel lugar que permanecerá para siempre después del juicio. Cuando Jesús se refirió a ese lugar tenebroso, lo hizo para que los hombres aprendiesen a temer a Dios por lo terrible y eterno del castigo. Los hombres pueden matar el cuerpo, dice Cristo, pero no tienen el poder para matar al alma y echarla al gehenna.
En consecuencia, hemos de distinguir entre “hades”, donde permanecen las almas hasta el día del juicio y “gehenna”. Considerando todo el mensaje bíblico, nos damos cuenta de que todo lo que se opone a Dios y no le obedece, será echado al “gehenna”, es decir, Satán, los demonios, la bestia del abismo, el falso profeta, la muerte, etc. (Mateo 25.41; Apocalipsis 19.10;20.14).
Por lo tanto, después de todas estas consideraciones bíblicas, debemos reconocer que sí existe tan terrible lugar de castigo, o si así se quiere, que lo habrá. Es cierto que debemos predicar el evangelio con amor; pero precisamente este amor divino requiere prevenir con la verdad a todo hombre. O sea, hemos de predicar lo uno sin omitir lo otro. Para aquellos que han recibido la verdad salvadora de Cristo, no debe haber temor, pues el conocimiento de esta verdad los tiene en el camino correcto. Además, el ser humano es libre para elegir donde quiere pasar la eternidad: con Dios o con el adversario, el diablo, en el infierno. Este mensaje es tan claro como cualquier otro tema de la Biblia. Debemos escuchar lo que Dios dice en su libro y rechazar las doctrinas falsas de los hombres que no tienen ninguna fe.

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