La vida de José, uno de los doce hijos de Jacob, empezó con una magnífica promesa. En su juventud, Dios le había revelado que un día alcanzaría una alta posición social. ¿Qué ocurrió después? Al principio, lo opuesto de lo que Dios había prometido. Sus hermanos, celosos de él, lo vendieron como esclavo a Egipto. Allí, por ser fiel a Dios, fue acusado y encarcelado mediante un falso testimonio.
¿Cómo reaccionó José ante esa situación? ¿Se lamentó por su suerte? ¿Pensaría: todo va mal, nunca se cumplirá la promesa de Dios? No, José siguió confiando en Dios y esforzándose por hacer el bien a los que estaban a su alrededor, incluso en la prisión. Durante ese período difícil, Dios estuvo con él: “le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel” (Génesis 39:21). Luego, un día, José fue liberado y escogido por el Faraón como "primer ministro". Con ese cargo pudo seguir haciendo el bien, pero a mayor escala. Salvó del hambre a multitudes, e igualmente, a su padre y a sus hermanos. Después, Dios se sirvió de José para que sus hermanos reconocieran todo el mal que le habían hecho, siendo así liberados de su culpabilidad.
En su Palabra el Señor nos da promesas. Algunas, como el perdón de nuestros pecados, se cumplen inmediatamente cuando creemos en Jesús.
En su Palabra el Señor nos da promesas. Algunas, como el perdón de nuestros pecados, se cumplen inmediatamente cuando creemos en Jesús.
Pero también puede ocurrir que seamos probados, por ejemplo cuando Dios no parece escuchar nuestras oraciones. Entonces, como José, confiemos en Dios. Tarde o temprano Él cumplirá sus promesas.
José… fue vendido por siervo. Salmo 105:17
Dios estaba con él, y le libró de todas sus tribulaciones. Hechos 7.10
Dios estaba con él, y le libró de todas sus tribulaciones. Hechos 7.10
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