Tenemos varios amigos, pero siempre tenemos un mejor amigo(a), amamos nuestra familia, pero por lo general el amor a nuestros padres es más grande; para los casados sus esposas, y en el caso de noviazgos pasamos más tiempo al lado de la pareja o pensando en ella. El caso es que si consideramos todas las actividades a realizar en el día no nos alcanza el tiempo para todo pero, ¿en que lugar dejamos a Dios?
Hay un mandamiento, nombrado en la Biblia como el más importante, que dice: Ama a tu Dios con todo lo que piensas, con todo lo que eres y con todo lo que vales. Deuteronomio 6:5 (TLA)
Cuando amamos a alguien, automáticamente lo convertimos en alguien importante para nosotros, le damos un lugar especial en nuestro corazón, y si somos correspondidos por la persona, experimentamos bienestar y satisfacción, sentimos estar en un lugar especial e importante. ¿Cuanto más será la reciprocidad de Dios si lo ubicamos en el primer lugar de nuestra vida?, ¿si le demostramos amor, y lo vemos a Él como la fuente de inspiración y bendición que nos hace ir adelante cada día?
Si nuestros primeros lugares de cosas importantes no incluyen a Dios, corremos el riesgo de que nos fallen y todo en lo que creímos algún día, en cualquier momento puede desaparecer.
La idea de darle a Dios el primer lugar va mucho más allá de la religiosidad o de pasar horas y horas en oración, sino que se trata de tomarlo como la base principal en la que construimos nuestra vida, nuestros sueños y cada una de nuestras metas. Se trata de ubicarlo como el centro del que gira nuestra vida, manteniéndonos siempre cerca de Él, dedicándole tiempo de calidad, cuidando nuestra relación con Él, disfrutando de su presencia así como lo hacemos con todo lo demás, recordando siempre que de Él provienen todas las cosas que tenemos, y sabiendo que por muchas cosas que puedan pasar, Él siempre estará a nuestro lado para brindarnos su apoyo.
El poner a Dios en primer lugar genera un sentimiento de plenitud. Una relación cercana a Dios nos mantiene firmes en su voluntad, pues lo buscamos continuamente, al mismo tiempo que aprendemos a valorar más todo aquello que también es importante para nosotros, y recibimos su bendición abundante en todo lo que hacemos; es como ir con quien da la bendición y no solamente detrás de ella.
Dios es el origen de todo lo que tenemos, todo lo que ocupa un lugar importante en nuestro corazón proviene de Él. Es quien nos da la familia que tenemos, el trabajo, cada persona que conocemos, cada bien que poseemos, nuestra pareja; nada llega a nuestra vida por casualidad, es Dios quien se encarga de hacer todo lo que está en sus manos, para darnos toda esa felicidad que tenemos, porque para Él somos el primer lugar, lo más importante y lo que más ama.
El poner a Dios en primer lugar genera un sentimiento de plenitud. Una relación cercana a Dios nos mantiene firmes en su voluntad, pues lo buscamos continuamente, al mismo tiempo que aprendemos a valorar más todo aquello que también es importante para nosotros, y recibimos su bendición abundante en todo lo que hacemos; es como ir con quien da la bendición y no solamente detrás de ella.
Dios es el origen de todo lo que tenemos, todo lo que ocupa un lugar importante en nuestro corazón proviene de Él. Es quien nos da la familia que tenemos, el trabajo, cada persona que conocemos, cada bien que poseemos, nuestra pareja; nada llega a nuestra vida por casualidad, es Dios quien se encarga de hacer todo lo que está en sus manos, para darnos toda esa felicidad que tenemos, porque para Él somos el primer lugar, lo más importante y lo que más ama.
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