jueves, 12 de febrero de 2015

Perdido y Hallado

Mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Lucas 15:24.
Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.. 1 Corintios 10:13.
Hace mucho tiempo una viuda criaba con mucha dificultad a su numerosa familia, y enseñaba a cada uno de sus hijos el respeto hacia Dios y los hombres. Se entristeció mucho cuando su hijo Pedro se dejó llevar por las malas compañías y decidió viajar al extranjero. Cuando el joven estaba a punto de partir, su madre le pidió que llevase un ejemplar del Nuevo Testamento en el que ella había escrito su nombre y su dirección. Y le dijo: –Si me amas, lee la Palabra de Dios. Él nunca rechaza a quien acude a Él.
Después de varios años sin tener noticias, finalmente se enteró de que el barco en el que su hijo se había embarcado, había naufragado. Entonces, el dolor y la esperanza en Dios se entremezclaron en su corazón.
Mucho tiempo después, un marinero llamó a su puerta. Le abrió la puerta, y en el curso de la conversación evocó un episodio de su vida en el mar: "Cuando naufragamos, nadamos a una isla y uno de mis compañeros murió después de ocho días. Frecuentemente, leía un pequeño libro que su madre le había dado. Era su consuelo; oraba y hablaba únicamente del libro de su madre.Finalmente me lo dio, diciendo:
–Tómalo y léelo. En él encontrarás al Salvador, como yo lo hallé. Él te dará la paz.
–¿Tiene usted ese libro?, preguntó la madre. El hombre lo sacó del bolsillo y se lo mostró. ¡Qué emoción! Sí, era su nombre y su propia letra. Era el Nuevo Testamento que había regalado a su hijo Pedro. Una voz, como venida del cielo, le dijo: –Tu hijo vive para siempre.

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