sábado, 17 de enero de 2015

Pasar a ser hijo de Dios

Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros. Efesios 5:2
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios. 1 Juan 3:1
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Juan 1:12-13
La Biblia describe así nuestro estado original: “No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Romanos 3:10-12).

Inline image 1A primera vista podríamos pensar que esta afirmación es exagerada, que no todos somos así. Sin embargo, es así como Dios nos ve, pues conoce todo lo que hay en nuestros corazones: los pecados, las mentiras, las mezquindades, la amargura, la hipocresía… Como es santo, no puede aceptarnos junto a Él en tal estado.
Pero Dios nos ama y no nos rechaza. Quiere darse a conocer a nosotros como un Padre, pero para ello hay que cumplir dos condiciones: reconocerse pecador y creer en la obra de Jesucristo.
Para Jesús, esta obra de amor consistió en morir para pagar el castigo que nosotros, como pecadores, merecíamos, y así librarnos definitivamente de la condenación. Ese es el sacrificio que debemos aceptar como un regalo del valor más grande. No podemos comprarlo por nuestros propios medios. Es Dios mismo quien declara justos a los hombres como respuesta a su fe y hace de ellos, sus hijos. Esto le costó muy caro, tanto que dio... la vida de su Hijo (Romanos 3:22).

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