…¿PARA QUÉ, PUES, ME SERVIRÁ LA PRIMOGENITURA? (Génesis 25:32b)
El trato que Esaú hizo, fue uno de los peores de todos los tiempos. Después de haber estado de caza, encontró a su hermano Jacob cocinando un estofado. Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado (Génesis 25:30). “Jacob respondió: “Véndeme en este día tu primogenitura”. Entonces dijo Esaú: “Me estoy muriendo, ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?” (versículos 31-32). La primogenitura, ser el primogénito, le otorgaba a Esaú el privilegio de convertirse algún día en cabeza del clan y seguir con el negocio del padre. Era una posición muy honorable.
Lamentablemente, Esaú es recordado como un hombre que, en un momento de debilidad, “lo tiró todo por la borda”. Persiguió las cosas equivocadas, se casó con la mujer equivocada y actuó movido por razones equivocadas. Todo mal. Puede que su hermano Jacob fuera un falsificador, pero él fue un necio. Sus deseos “devoraron” sus valores. En el calor de su ansia y apetito, malvendió su vida. Pasarían muchos años y Jacob, probablemente, olvidaría todas sus palabras, pensaba Esaú. Pero no fue así, y perdió el destino que Dios le había dado. Para él, todos los valores eran negociables y relativos a sus deseos. Y descubrió, demasiado tarde, que algunos valores en la vida son absolutos.
Aquí hay una lección para tener en cuenta. Cuando Satanás te ofrece un "plato de estofado", una mezcla de toda clase de cosas que ni satisface de continuo ni dura para siempre, él planea robar tu personalidad, tu contribución al Reino de Dios, y tu corona. Pero escucha: “¡Sé fiel hasta la muerte y Yo te daré la corona de la vida!” (Apocalipsis 2:10b).
“No malgastes tu vida en cosas que, a la larga, no tienen valor”.
“No malgastes tu vida en cosas que, a la larga, no tienen valor”.
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