sábado, 3 de enero de 2015

La Opinión

Aquel niño tenía solo siete años. Su maestra lo dio por un caso perdido. En presencia del pequeño, habló con la madre y le dijo que era “vacío” y que era inútil que siguiera asistiendo a la escuela. Y la pobre mujer, avergonzada, decidió enseñarle a leer personalmente, en casa. Con el tiempo, aquel muchacho dejó su nombre escrito en cientos de patentes de inventos que afectaron a la vida de toda la humanidad.
¿Su nombre? Tomás Alba Edison. ¿Sus inventos? Entre cientos de ellos, la luz eléctrica y el fonógrafo. Sorprende el hecho de que a menudo, grandes hombres y mujeres fueron juzgados erróneamente antes de hacerse famosos.
De Abraham Lincoln se dijo que “sólo había ido cuatro meses al colegio, que era un soñador y que se empeñaba en hacer preguntas sin sentido”. Pero el hombre llegó a la presidencia de su país; desde ahí, tomó decisiones tan dramáticas para su tiempo como la abolición de la esclavitud, y condujo con mano firme el gobierno a través de una guerra civil que acabó ganando, con lo que sentó las bases para la grandeza futura de su nación.
Del gran cantante Enrico Caruso se dijo que no tenía voz.
De Albert Einstein que era un estudiante muy malo, mentalmente lento, poco sociable y siempre soñador.
De Amelia Earhart, la pionera aviadora, se dijo que aunque era brillante y llena de curiosidad, tenía tanto interés por los insectos y demás cosas que se arrastran, que nunca podría “pensar con altura de miras”.
Hay algo interesante en la biografía de todos estos personajes, y es que lograron probar que aquellas predicciones negativas eran erróneas. Demostraron que con su esfuerzo, podían superar las adversidades.
Descubrieron algo que todos deberíamos descubrir también, que el poder con el que Dios nos dotó, es mucho más fuerte que la opinión con que los “expertos” quieran marcarnos.
Debemos tener una actitud resistente que se convierta en el método para dominar la opinión ajena desfavorable, como un desafío para nuestro futuro.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:13
Hay quienes hablan como dando estocadas de espada: Mas la lengua de los sabios es medicina. Proverbios 12:18
Inclina tu oído, y oye las palabras de los sabios, Y pon tu corazón a mi sabiduría. Proverbios 22:17

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