sábado, 3 de enero de 2015

Los cristianos somos libres del temor

Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. 2 Timoteo 1:7
¿Qué pensaría usted si le dijeran que puede vivir sin temor? ¿Creería si le dijeran que a pesar de lo que viera en las noticias esa noche, podría estar completamente en paz? ¿Imposible? ¿Ficticio? ¡No!
El temor es algo más que una reacción a las circunstancias externas, es también una fuerza espiritual. Empieza dentro de uno mismo, y es muy destructivo. De hecho, el temor es el arma principal de Satanás. Él actúa dando como respuesta el temor, así como Dios actúa dando como respuesta, la fe. Satanás utiliza el temor para oponerse a las promesas de Dios.
Un ejemplo excelente de esto se halla en Mateo 14, cuando Jesús invitó a Pedro a que viniera a Él sobre el agua. “Pero Pedro al sentir el fuerte viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: ¡Señor, sálvame!” (versículo 30).
¿Qué le dio a Pedro la confianza para caminar sobre el agua? Su fe en la Palabra de Jesús. ¿Qué provocó que Pedro empezará a hundirse? Él sintió el fuerte viento y se llenó de temor. No fue el viento lo que venció a Pedro, sino su temor al viento. Él miró las circunstancias, cedió al temor y el resultado fue la derrota. Si Pedro hubiera mantenido su mirada en Jesús, su fe nunca hubiera vacilado. Todo el bramido y el soplido del mundo no le hubieran sacado del curso.
La fe crece cuando meditamos en la Palabra de Dios. El temor crece cuando meditamos en las mentiras de Satanás. Tal meditación temerosa se llama“preocupación”. ¡No lo haga, no la tenga!
La Palabra de Dios es la espada del Espíritu. Úsela para pelear contra Satanás cuando venga contra usted. Levante su escudo de fe y apague todos los dardos de fuego del maligno. Diga palabras de fe y el temor se irá.

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