domingo, 4 de enero de 2015

Hágase Tu Voluntad, no la Mía

Cuando Dios nos llama para ser usados por Él, encontramos Su gracia y Su favor. El temor de Él (bien entendido) y la obediencia sin reservas es lo que nos hace ser favorecidos por Dios. Dios siempre ha tenido Su remanente escogido dispuesto para obedecer Su voluntad. Somos favorecidos cuando prestamos oído y obedecemos El Plan Divino de Dios; esta obediencia nos hace partícipes de Su Reino. Cuando desobedecemos al llamado de Dios, pagamos nuestro propio pasaje con destino hacia puertos inseguros. Dios le dijo a Jonás: “Levántate y ve a Nínive, gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de Mí. Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse a Tarsis, lejos de la Presencia de Jehová” (Jonás 1:1-3 (RVR1960). 

Inline image 1Todos sabemos el resto de lo que le aconteció a Jonás. Dios visitó a Jonás para una encomienda hacia el pueblo de Nínive, pero desobedeció al llamado. Jonás no fue favorecido por Dios hasta que reconoció que era necesario obedecer la voluntad del Señor. Cuando Jonás se vio en las profundidades del mar y dentro del gran pez, se humilló en oración para clamar la ayuda a Jehová. Hasta en las profundidades del mar, Dios escuchó la oración de Jonás. El Señor nuestro Dios, extendió Su Cetro de Misericordia hacia Jonás y lo ayudó, Él tuvo piedad de él.

Quizá en estos momentos te encuentras en la misma situación de Jonás y sabes que Dios te está llamando, pero tu agenda no tiene lugar ni tiempo para obedecer lo que Dios te ha encomendado hacer. El barco de desobediencia que Jonás escogió, lo condujo a caminos tormentosos e inseguros, en cambio, cuando abordamos el barco de obediencia a Dios, Él nos lleva siempre a puertos seguros. 
Hoy el Señor está buscando a hombres y mujeres como María cuando dijo: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a Tu palabra” (Lucas 1:38) (RVR1960). María fue vaso escogido por Dios para hacer y obedecer Su voluntad. Ella no tuvo que pasar por lo que Jonás pasó porque su decisión fue inmediata y acorde a la voluntad de Dios. 
La desobediencia de Jonás lo llevó a un gran dolor hasta que reconoció el temor de Dios. Tanto María como Jonás fueron vasos escogidos por Dios y, de igual manera, Dios lo puede hacer contigo para llevar a cabo Sus Planes Eternos. Somos vasos escogidos por Dios desde antes de la fundación del mundo. Dios nos has amado desde antes de la fundación del mundo (Juan 17:24), y detrás de Su amor también viene Su favor. Jesús fue el perfecto ejemplo de obediencia; Él alcanzó el máximo nivel de entrega a la voluntad de Su Padre Celestial. La obediencia que Él le tenía a Su Padre fue inconmensurable. Jesús cumplió la voluntad de Su Padre para enaltecerlo a Él diciendo: “Porque He descendido del cielo, no para hacer Mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Juan 6:38).

Señor, gracias por permitirnos vivir un día más, por ver un nuevo amanecer. Señor, perdónanos cuando no obedecemos tu voluntad, ayúdanos a ser sensibles a ella. Gracias por elegirnos como vasos Escogidos para tu Pueblo. Gracias por tu misericordia, sin ella estaríamos vagando sin rumbo y sin dirección. Señor, que mi barca de obediencia me guíe y me lleve siempre a puertos seguros. Señor, te necesito y sin Ti nada soy, Tú eres todo para mí. Tú eres el Único a quien puede mi alma recurrir en busca de ayuda, porque... ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de Ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la Roca de mi corazón y mi Porción es Dios para siempre. (Salmos 73:25-26).

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