sábado, 10 de enero de 2015

El poder de la humildad

La humildad siempre ha sido asociada a lo poco, lo malo, lo sucio. Cuando tocan a tu puerta y es alguien pobre, regularmente sí, suele ser una persona humilde; pero cuando sales, te das cuenta que era alguien sucio y puede que mal educado, pero que de humilde parece no tener nada. Casi siempre definimos la humildad de manera equivocada. La mayoría de la gente la asocia a cosas malas como la pobreza y la suciedad. Pero, si la humildad es buena, ¿por qué va a traerte cosas malas? Es una incongruencia porque la humildad trae cosas buenas a la vida de las personas.
Tal pareciera ser que en la realidad, la humildad no trajera nada bueno. Habitualmente se cree que el rico es orgulloso y el pobre humilde, pero no tiene por qué ser así. Dios no manda el mal a la gente ni escoge al azar quién va a estar bien y quién no. Él nos quiere a todos igual y desea que estemos bien. Y muchas de nuestras oraciones no han sido respondidas porque no tenemos humildad en el corazón. Pero la Palabra de Dios en Proverbios 22:4 dice: Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová.
Entendámoslo, hay regalos y hay recompensas de Dios. Este versículo se refiere a las recompensas. Al decir vida, no se refiere a la que recibes biológicamente, está hablando de la buena calidad de vida espiritual, recompensa para las personas que tienen respeto y temor al Señor. Es decir, si el motivo por el cual haces las cosas es cumplir, honrar y obedecer a Dios con actitud de humildad, obtendrás riquezas, honra, y vida.
La humildad tiene que ver con cosas buenas, no con cosas malas. Riquezas, honor y vida son una recompensa al humilde. Debemos averiguar y pedirle a Dios que nos enseñe cómo ser humildes.
Pide a Dios un corazón humilde para saber llevar todo el honor y la calidad de vida que te quiera dar.

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