miércoles, 9 de julio de 2014

La Evangelización del mundo, una obligación

El corazón de la evangelización es hablarle a un mundo perdido, acerca de la muerte, sepultura y resurrección de Jesús (1 Corintios 15. 1-4). El evangelismo es la labor de la iglesia. “La evangelización nunca será completa hasta que los evangelizados vengan a ser los evangelistas.”
La iglesia es la única organización del mundo, en el negocio de decir a otros acerca de Cristo. Jesús dio sus órdenes de "ponerse en marcha" a la iglesia primitiva, cuando nos dijo:  id a todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura (Marcos 16.15). Poco antes de ascender para estar con su Padre y sólo unos pocos días antes del establecimiento de la iglesia en Pentecostés, Jesús dijo: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1.8).
Nuestros primeros hermanos y hermanas en Cristo tomaron seriamente esas órdenes de "marcha", y así debemos hacerlo nosotros también. Ellos glorificaron el nombre de Cristo a través del Imperio romano. Su magnífica obsesión fue decirle a todos acerca de Jesús todos los días (Hechos 2.46-47). Ellos dijeron: “Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hechos 4.20). Realmente, estaban enfocados en su misión.
¡No es extraño que la iglesia primitiva creciera muy rápidamente! Aprendemos del libro de la historia de la iglesia, que ellos tenían conversiones diariamente (Hechos 2.47); en un tiempo corto su número creció de 3,000 (verso 41) a más de 5,000 (4.4), y su número multiplicado (6.1,7).
Los primeros evangelistas fueron acusados de volver “el mundo al revés” (17.6) y sus bocas no podrían detenerse (5.42; 8.4).
Después de que Pablo dejó de matar a los cristianos y empezó a predicar el evangelio de la vida eterna, él vino a entender que el nuestro es un “ministerio de la reconciliación” (2 Corintios 5. 18-21).
La Iglesia está para ayudar a un mundo perdido a encontrar la manera de volver a Dios. Hermanos, hemos sido ganados para ganar otros. Hemos sido salvados para ayudar a otros a aprender de la gracia salvadora de Dios. El corazón del cristianismo realmente es “un mendigo que ayuda a otro mendigo a encontrar pan.”
¿Por qué evangelizar?
La razón principal para estar involucrados en la evangelización, es el deseo apasionado de ser obedientes a nuestro Maestro. Jesús nos ordenó enseñar el evangelio al mundo entero (Mateo 28.18-20; Marcos 16. 15-16). Jesús también dijo, “Si me amáis, guardad mis mandamientos “(Juan 14.15). Algunos en la iglesia, permanecen comprometidos a predicar la verdad, y así debemos estar todos nosotros. Ellos quieren asegurarse de que nosotros permanecemos firmes, y deberíamos permanecer así. Pero algunos gastan tanto tiempo para estar seguros, que cada predicador, editor, maestro y congregación están haciendo todo de la manera que aquellos piensan que debería ser hecho, y dedican poco tiempo a obedecer la orden del Señor de evangelizar.
Es vital para nosotros, estar involucrados en el gran trabajo de evangelización, porque los hombres están perdidos sin Cristo. Jesús dijo, ” Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”(Juan 14.6). Sin Cristo los hombres no tienen esperanza: “En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Efesios 2. 12-13).
Si realmente creemos que los hombres están perdidos sin Cristo, deberíamos pasar más tiempo enseñando el evangelio. Algunos en la iglesia se han convencido a ellos mismos, que sólo los “sin iglesia” necesitan oír el evangelio.  Su  actitud  es que deberíamos dejar en paz a las buenas personas religiosas en el mundo, e ir a los que no pertenecen a iglesia alguna.
Tampoco es totalmente así, de hecho, Pablo creyó que la gente que no obedece el evangelio de Cristo se perderá eternamente (1 Tesalonicenses 1.9).
Deberíamos estar involucrados en la evangelización, debido al gran gozo que trae. Trae gozo al que ha sido salvo. Cuando el evangelio de Cristo fue predicado por Felipe a las personas de Samaria, trajo gran gozo a la ciudad (Hechos 8.8). Cuando el etíope fue bautizado en Cristo para la remisión de sus pecados, él “siguió gozoso su camino” (v. 39). Cuando el carcelero de Filipos y su familia fueron bautizados, él se regocijó (16.34).
El evangelismo también traerá regocijo al que está involucrado en enseñar. Pablo dijo a la iglesia en Tesalónica, “Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida?” (1 Tesalonicenses 2.19). Lo más importante, cuando las almas son ganadas para Cristo, es el gran gozo que conlleva. Jesús dijo, “Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente“ (Lucas 15.10).
Otra razón por la que deberíamos estar involucrados en el gran trabajo de evangelización, es porque esto promueve un espíritu de unidad en la iglesia. Pablo nos recuerda que debemos esforzarnos “en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Efesios 4.3).
El cuerpo de nuestro Señor está fracturado. Como Iglesia, estamos heridos. Pero si pudiéramos concentrarnos en el trabajo que Dios nos ha llamado a hacer, podríamos tener mayor unidad en la iglesia.
Debemos decir la verdad acerca de Jesús
En el sistema global o ecuménico de nuestros días, debemos estar seguros de no decir nunca ninguna cosa que pueda generar controversia, que sea ofensiva, severa o que cause división. La enseñanza bíblica concerniente a la salvación, ha sido calificada por algunos, incluso en la misma Iglesia, como una “barrera” para el crecimiento de la misma. Algunos grupos religiosos se atreven a decir, que nunca hablan de pecado o de la sangre de Cristo o de cualquier otro tema, porque temen que podría alejar a algunos hermanos de estas iglesias por ser “buscadores demasiado sensibles”. Algunos de nuestros hermanos están aparentemente, obteniendo sus órdenes de marcha de estas iglesias, en lugar de seguir el patrón del Nuevo Testamento.
Solamente decirle a la gente que Jesús salva, sin decirles cómo ser salvo es inútil. Pablo dijo: “No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1.16). El poder no está en nuestras palabras ingeniosas, no es poder de nuestro ingenio, no lo es de nuestro conocimiento o sagacidad educativa; el poder está en la Palabra de Dios. La única manera para un alma perdida, de ser salvada, es por obediencia a la Palabra de Dios (Romanos 6.17; 1 Pedro 1.22).
Aunque debemos predicar la verdad en amor (Efesios 4.15), debemos asegurarnos de que predicamos la verdad misma. Nunca debemos excluir uno de la otra. Las palabras de Pablo también son, seguramente, apropiadas para nuestros días, cuando dijo: “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias” (2 Timoteo 4.3).
Predicadores, ancianos, iglesias y escuelas de hoy, que una vez se mantuvieron firmes en las enseñanzas de Dios concernientes a la salvación, así como la adoración de la iglesia, la organización de la iglesia, y el papel de la mujer en la iglesia, ahora han cambiado lo que una vez enseñaron. Causa controversia que, algunos de los hombres que enseñaban que el bautismo es esencial para la salvación, que no lo es, ahora dicen que un individuo puede ser salvo sin él, al recitar la “oración del pecador”, o por aceptar al Señor en su corazón.
Pero Pablo fue claro: “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gálatas 1. 8-9). El evangelismo que excluye la verdad del evangelio, a nadie puede traer la salvación.
Pueda Dios ayudar a su Iglesia a retornar otra vez al día en que evangelizar era una prioridad. Podamos nosotros como pueblo de Dios, tener un renovado celo y entusiasmo para contar las buenas noticias de la muerte, sepultura y resurrección de Jesús. Ahora es el momento de tornar nuestro mundo al revés.

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