viernes, 5 de diciembre de 2014

¿Qué te puedo decir? Si mis ojos aún brillan por ti...

Yo, el Señor, te llamé y te tomé por la mano, para que seas instrumento de salvación; yo te formé, pues quiero que seas señal de mi pacto con el pueblo, luz de las naciones. Quiero que des vista a los ciegos y saques a los presos de la cárcel, del calabozo donde viven en la oscuridad.
Isaías 42, 6-7
Continuamente tenemos problemas o circunstancias adversas, sin embargo, aunque no lo parezca, son necesarias.
Duele mucho cualquier carencia, y hasta llega un momento en el que creemos que no hay escapatoria. Nos ahogamos cuando no tenemos ni la menor idea de qué hacer para ponerle fin a tanta deuda o conflicto con aquel hermano, esposo, hijos...
Es entonces cuando oramos, clamamos y... ¡vaya!, parece que el cielo está en completo silencio u ocupado porque no contesta ni una de nuestras oraciones; pero, no es cierto.
Nos llevamos la gran noticia de que Dios lo permite para que nos gocemos solamente en Él. Desea que aprendamos a tener fe, anhela que seamos hijos llenos de convicción, quiere que decidamos creer.
Fue ayer cuando vinieron a mi casa una cantidad de problemas nada favorables y junto con ellas, una serie de circunstancias nada bonitas ni agradables.
No dije ¿por qué, mi Dios? Solo dije: por favor, si puedo ayudar, úsame para resolver el problema de una vez por todas. Hice un intento de hallar la solución, pero antes de llevarlo a cabo le dije a Dios que se hiciera su voluntad.
Al día siguiente, su voluntad no fue que fuese aceptada en ese trabajo que tanto esperaba, no sé por qué razón. Solo sé que la dicha que sentí luego, fue comparable a la de que todos esos problemas económicos desaparecieran en un instante.
Ver y escuchar a mi papá hablarle a mi mamá de la palabra de Dios con entusiasmo, contemplar a mis hermanitas orar con total devoción por el día que reciben, ver a mi hermano cerrar sus ojos para bendecir los alimentos, todo hizo que mis ojos brillaran y sentí mi corazón palpitar raudamente por Dios.
El amor de Dios fluía en mí y me quemaba hasta los huesos, y entonces, me detuve un momento y observé más a mi familia, vi sus movimientos, cómo caminaban y recordé años atrás, cuando ni siquiera le prestaban atención a Dios.
Recordé cuando mi mamá me impedía ir a la iglesia y mi hermano se negaba a recibir la palabra de Dios, recordé cómo lloraba pidiendo a Dios que le ayudara. Me he dado cuenta que todo es parte de un crecimiento, no solo mío sino también de mi familia.
Es hermoso ver como nadie come en la mesa antes de decir "gracias Padre por los alimentos" y lo más bello es que no soy solo yo quien ora, sino que nos turnamos por la mañana, tarde y noche.
Mi corazón descansa contenta, cuando antes de dormir mis hermanitas me piden que hagamos la oración de la noche, y cuando tienen una pesadilla me piden que les ayude a olvidarla en el nombre de Jesús.

LO MATERIAL SE VA, EL VIAJE POR TODO EL MUNDO TAMBIÉN, EL MEJOR COLEGIO Y MÁS CARO, EN EL QUE INVIERTE MÁS QUE EN SU RELACIÓN PERSONAL CON DIOS, NO TIENE VALOR ALGUNO CUANDO DIOS NO ESTÁ AHÍ PRESENTE. SI LO INCLUYE, ¡ADELANTE!

LE DOY GRACIAS A DIOS POR CADA UNA DE LAS CARENCIAS QUE TENGO ACTUALMENTE, Y LE AGRADEZCO A MIS PADRES TAMBIÉN, PORQUE TODO ELLO ESTÁ HACIENDO, DE SUS HIJOS, UNOS CON UN CORAZÓN HUMILDE Y ESO ES MÁS QUE MAGNÍFICO.


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