-Recuperamos la sabiduría de la prioridad
Ahora, lo que antes era muy importante ya no lo es tanto, y lo que nos parecían cosas tontas ahora tienen un sentido muy grande.
Eclesiastés 7.2 dice: “mejor es ir al velatorio que a la fiesta” ¿Por qué? Porque cuando vas a la fiesta te “haces estúpido”, pero en el velatorio empiezas a pensar, a priorizar, tomas conciencia de lo corta que es la vida, de qué cosas son realmente importantes y qué cosas son secundarias. El conectarte con el dolor de la gente te enseña a enfocarte.
-La siembra que recibí
¿Qué me dejó la persona que partió? ¿Qué semillas me sembró?, ¡eso es muy valioso! Juan el Bautista en su mejor momento, predicaba a viva voz. Pero cuando estuvo preso le agarraron las dudas y mandó a preguntar a Jesús, si Él realmente era el Cristo, el Cordero de Dios que habría de venir. En situaciones difíciles dudamos. Jesús le mandó a decir: “díganle que él me preparó el camino y yo estoy en ese camino honrando su memoria”. ¡Los que partieron me abrieron un camino!
-Un refugio
Un lugar momentáneo para un momento difícil. Va a haber gente que me sostendrá. Gente que fue maltratada y que ahora están de pie. Gente de oro que Dios me va a poner en el camino, aunque quizás no sepan ni leer ni escribir. Gente que me va a acompañar porque ellos transformaron el dolor en un don para ayudar a otros.
Jesús sabía que se iba a morir, Judas se fue. Toma el pan y la copa y les dijo: ¡recuerden cuánto los amo! Sírvanse entre ustedes, voy a volver por ustedes! Los acompañó en el peor momento de su vida. Él estuvo en nuestro pasado, está en nuestro presente y estará en nuestro futuro.
“No perdemos a nadie cuando sabemos a dónde va”. Consideremos pues, estas tres resurrecciones:
La niña recién muerta, que era la hija de Jairo, el jefe de una sinagoga.
Un joven que hacía un día que había muerto.
Lázaro hacía cuatro días.
No importa cuánto tiempo hace que se ha muerto algo en tu vida, hace un día, un año, o 20. Todo lo caído se vuelve a levantar. El Señor se para en medio del dolor y todo lo que estaba muerto va a volver a tener vida otra vez “¡Porque Él es la resurrección, la vida!”
- La niña se murió en la cama.
- El joven ya estaba en el féretro.
- Lázaro estaba en la tumba.
No importa el lugar donde estés con el dolor. ¡Dios te va a bendecir en donde y como estés!
- La niña tenía 12 años.
- El joven no se sabe.
- Lázaro ya era adulto.
No importa la edad que tengas, la bendición de Dios te va a llegar. No hay nadie con mentalidad de rey que diga: “soy viejo” para hacer tal cosa; o “soy muy joven y tonto”. ¡La vida de Dios se va a manifestar a cualquier edad!
- La niña tenía los padres.
- El joven solo la madre.
- Lázaro no tenía padres.
Padre: declaramos sobre toda nuestra familia, que toda maldición se cambiará en bendición, toda derrota en victoria, toda soledad en compañía, todo abandono en fuerza, toda miseria en abundancia, donde vayamos daremos de beber y entrenaremos a los próximos conquistadores, y todo lo que hagamos nos saldrá bien. Si Cristo no hubiera resucitado seríamos gente sin propósito, pero como resucitó, Él es la garantía de que todo lo que se murió en nuestra vida ¡volverá a vivir!
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