domingo, 30 de noviembre de 2014

Predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad

Filipenses 1: 15-18 Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad. Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones; pero los otros por amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio. ¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún.

Así como hay algunos que predican por envidia y contienda, hay predicadores que lo hacen por amor y de buena voluntad, que saben quién es su Señor y a Él sirven. En medio de todo esto Pablo se siente gozoso porque, de todas las maneras, Cristo es anunciado.

Los que predican de buena voluntad lo hacen con un propósito lleno de gracia y con buena disposición. Son siervos que actúan con gozo, que hacen las cosas con buena intención, motivados por el amor de Dios en sus vidas.

Precisamente, como dice Pablo, que los tales anuncian a Cristo, como yo, por amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio. Estos predicadores proclamaban el evangelio por amor, conocían que Pablo era un siervo sincero que había sido puesto por el mismo Señor para la predicación de su Palabra. El Señor había llamado y establecido a Pablo para presentar defensa de su evangelio, en medio de una sociedad corrupta que rechazaba a Dios.

Con todo esto, Pablo está tranquilo porque de todas las formas, por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado. Si los que predicaban por envidia y contienda pensaban causarle aflicción a Pablo porque estaba en la cárcel, se equivocaron, porque otros predicaban por amor y lo hacían de buena voluntad. "Cristo es dado a conocer a los demás y en esto me gozo, y me gozaré aún".
Cuán contento estaba Pablo de que se predicara a Cristo. Su regocijo era verdadero a pesar de estar preso. Saber que su Señor era proclamado, que era dado a conocer a las demás personas le producía un gran regocijo, que opacaba sus propias circunstancias de estar en la cárcel.
Hay que gozarse porque el evangelio es proclamado para beneficio de las personas. Hay que seguir proclamando este glorioso evangelio del Señor para gloria de Él. Hay que hacerlo de buena voluntad y por amor.

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